Si hubiera un custodio de las librerías y un termómetro en su poder hecho para medir el bienestar de sus protegidas, el mercurio habría caído estrepitosamente en abril, se habría recuperado en mayo, en junio se habría disparado y en julio habría caído o se habría instalado en la normalidad. Sí, sería un termómetro antiguo. El efecto sobre el mercurio del inminente Sant Jordi de verano debería, en teoría, ser bueno –no importa si al final en muchos lugares solo vaya a celebrarse en las tiendas–, y apuntalar una recuperación que parecía impensable hace unos meses; un día para certificar que la pesadilla fue menos grave e irse con una sonrisa de vacaciones. Pero la situación es incierta. Salir a la calle a comprar libros es incompatible con la recomendación de las autoridades de permanecer en casa. No se sabe qué hará la gente.
UN NUEVO Y ATÍPICO DÍA DEL LIBRO Y LA ROSA
Los libreros cruzan los dedos ante otro Sant Jordi incierto y extraño
El comercio del libro extrema las medidas para la 'diada' de la pandemia con voluntad de celebrar y con el temor a un pinchazo
Seis libreros recomiendan a los lectores un puñado de títulos para regalar y disfrutar esta 'diada' y durante el verano
Una rosa blanca, símbolo este año de esperanza, homenaje a los sanitarios y recuerdo a las víctimas del covid, rodeada de libros, en la librería Laie de Barcelona, este martes. /
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