La cinta que da título a la ópera prima de Irene Zoe Alameda no es otra que la de Moebius, es decir, una superficie con una sola cara y un solo borde y que simboliza el movimiento sin fin, perpetuo y constante. Probablemente algo de eso le haya ocurrido a la directora en esta su ópera prima: que ha seguido avanzando por un camino unidireccional y haciendo la película sin pararse a pensar en algunas cosas que quizás no encajaban del todo bien desde el principio. Puede que nunca se planteara que el enfoque no era el adecuado, que el guion resultaba autocomplaciente y naíf o que necesitaba de una mejor dirección de actores. Y siguió adelante arrastrando todo ese cúmulo de torpezas. 

Puede ser que Zoe Alameda haya pecado de inexperiencia. O quizás de imprudencia. Puede que incluso que de prepotencia. Nunca lo sabremos, pero lo cierto es que ‘La cinta de Álex’ es realmente un despropósito de principio a fin. Su carácter aleccionador resulta irritante, su tono buenrrollista es antiguo, los diálogos, demasiado pomposos, y las interpretaciones, definitivamente lastimosas. Se pueden tratar temas serios como el terrorismo, el racismo, el choque cultural y o la discriminación social y religiosa a través de la comedia o del drama. Pero su digestión resulta casi imposible si se abordan desde la más absoluta incompetencia cinematográfica.