Un recién llegado al cine francés, Éric Rochant, dirigió en 1989 'Un mundo sin piedad', agradable comedia romántica recordada por un momento mágico, aquel en el que un individuo quiere impresionar a la joven que ama diciéndole que cuando él quiera se encenderán todas las luces de la Torre Eiffel. Tras aquel filme, el nombre de Rochant se eclipsó casi por completo. Dirigió siete películas más, pero salvo 'Anna Oz', con Charlotte Gainsbourg, pasaron todas desapercibidas. Hasta que dos décadas y media después de aquel plano fantástico de la Torre Eiffel, Rochant pergeñó las líneas básicas de 'Oficina de infiltrados', la que se ha convertido en una de las mejores series, sino la mejor, de la televisión francesa actual.
UNA PRODUCCIÓN EUROPEA DE ÉXITO
'Oficina de infiltrados', espionaje de lo más real
La serie sobre los entresijos de los servicios de inteligencia franceses estrena este martes en Movistar su quinta temporada, con dos capítulos finales firmados por Jacques Audiard
Jonathan Zaccaï, Jules Sagot y Mathieu Amalric, de izquierda a derecha, en una escena de ’Oficina de infiltrados’.
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