DISCOS DE LA SEMANA

Neil Young rescata 'Homegrown' 45 años después

El cantautor canadiense publica su mítico álbum perdido, grabado entre 1974 y 1975, obra melancólica en la que reflejó una ruptura sentimental

Los nuevos álbumes de Neil Young, Noveller, Ambrose Akinmusire, Anuel AA y Luis Pastor, también reseñados

Neil Young, en un retrato realizado en mayo del 2016. / Rich Fury / Invision / AP File

Ahora que Bob Dylan rinde cuentas con los tiempos en ‘Rough and rowdy ways’, otro gigante del ‘singer-songwriting’, Neil Young, nos lanza una señal desde el pasado, recordándonos de otro modo nuestras ataduras con el siglo XX. ‘Homegrown’, publicado también este viernes, es el disco perdido que Young grabó entre 1974 y 1975, y su cancionero nos conduce a un territorio vulnerable, al punto de quiebra emocional de un creador que vivía uno de sus períodos creativos más despiertos.

El canadiense había alcanzado al gran público con ‘Harvest’ (el álbum más vendido de 1972 en Estados Unidos), pero ni ‘Time fades away’ (en directo, 1973) ni el destemplado ‘On the beach’ (1974) cumplieron expectativas comerciales. Su sello, Reprise, le pidió una vuelta a las canciones acogedoras, campestres y bonitas, como ‘Heart of gold’, y a esa dirección apuntaba ‘Homegrown’, aunque bajo su superficie apacible corrieran los fantasmas.

La rosa y las espinas 

Una noche en que Young mostró sus nuevas músicas a los colegas, entre nubes de cannabis, Rick Danko (The Band) le aconsejó que primara la publicación de otro cancionero, más agreste, que esperaba su turno, el de ‘Tonight’s the night’. Y así quedó ‘Homegrown’ en el limbo del culto, si bien algunas de sus canciones verían la luz en diversos discos u otras voces. ‘Love is the rose’ la haría suya Linda Ronstadt, en una versión más vivaz, en contraste con su espinosa letra: “El amor es una rosa / pero mejor no la recojas / solo crece cuando está en la vid”.

De eso va en buena medida ‘Homegrown’, del poso de sinsabores que queda tras el fin de una relación, la de Young con la actriz Carrie Snodgress, y de la quiebra de una unidad familiar, con el que fue su primer hijo, Zeke. Quedaba atrás la vida con quien inspiró la sentida ‘A man needs a maid’ (de ‘Harvest’) desde el tema que abre el álbum, el agridulce medio tiempo ‘Separate ways’.

Young diría al cabo de los años que las canciones de ‘Homegrown’ eran demasiado personales, y que escucharlas le trasladaba a un lugar hiriente. Puede entreverse esa intimidad punzante en el fondo de piezas como ‘Try’, donde la segunda voz de Emmylou Harris parece evocar a la misma Carrie. Trazos de melancolía que acompañan a ‘White line’ (Robbie Robertson a la guitarra amiga) y que se cruzan con guiños al cáñamo en el tema titular y con miniaturas luminosas, un poco lisérgicas, como ‘Mexico’ (pieza al piano que haría humedecer los ojos a Brian Wilson) o la solitaria ‘Kansas’. Con todo ello, ‘Homegrown’ luce al fin como obra compacta, fruto de un período de desconsuelo y pieza con la que completar el puzle del Neil Young clásico. Obra donde prima el tacto acústico y que su autor ve sin rodeos como el “eslabón perdido” entre ‘Harvest’, ‘Comes a time’ (1978), ‘Old ways’ (1985) y ‘Harvest moon’ (1992). Jordi Bianciotto

Aunque no lo parezca, el proyecto musical de Sarah Lipstate se basa en la guitarra, de la que sabe extraer los más variados sonidos y climas a través de pedales de efectos. 'Arrow' es su disco más fascinante hasta la fecha: ambient más tenso que terso con posibilidades como banda sonora de ciencia ficción distópica ('Rune'), fantasía urbana ('Pre-fabled') o terror licantrópico ('Thorns'). Como si Brian Eno y Sonic Youth urdieran, juntos, la más expansiva música de cine. Juan Manuel Freire

Ocurre algo poco común con el trompetista Ambrose Akinmusire. Cada disco suyo -este es el sexto- parece el disco definitivo, el de plenitud, el que mejor explica quién es y en qué tiempo vive. 'on the tender spot of every calloused moment', grabado a cuarteto, es, una vez más, música que habla del ahora con una potencia, una sofisticación y una profundidad emocional extraordinarias. Rabia, belleza, tensión, extrañamiento... Casi que lo de menos es que Akinmusire sea un trompetista de primera. Una de las grandes voces del jazz del siglo XXI. Roger Roca

Con un inicio desconcertante con una versión del ‘No woman no cry’ de Bob Marley, el segundo álbum del puertorriqueño carbura cuando vuelve a su hábitat. Con la lealtad, el valor, el orgullo y otras cualidades para moverse en el trap presentes, es un disco versátil pensado tanto para el relato callejero como para el baile a distintas velocidades. Un trabajo inusualmente largo (22 canciones) en el que reúne a multitud de artistas del universo latino que ayudan a dar a este ‘Emmanuel’ riqueza estilística dentro de sus fronteras. Ignasi Fortuny

El mundo del cantautor extremeño está hecho de luz y sensualidad, tanto si canta al amor y a la belleza de espíritu como si denuncia las infamias. La paloma pacifista le ampara en estas canciones, que citan cuerdas neoclásicas y guitarras sureñas, y que casan al timple canario con el son antillano y la postal de Cabo Verde. Músicas exuberantes, con complicidades bien tramadas (Carmen Linares, Javier Ruibal o su hijo Pedro Pastor) y una voz tocada por el don de conmover del modo más natural. - J. B.