El cine español y el rumano se fusionan en esta película con prometedor punto de partida que termina eligiendo peregrinos derroteros que anulan su verosimilitud. El director Tudor Giurgiu plantea una historia que se basa en el desarraigo del inmigrante, en su sentimiento de indefensión frente a una sociedad que lo excluye y estigmatiza. Pero sus derroteros románticos no terminan de funcionar (una relación de ‘amourfou’ con Belén Cuesta) y mucho menos sus derivaciones hacia un thriller criminal un tanto chapucero. Que el protagonista sea un poeta incomprendido que cita a Bolaño, resulta un tanto naíf. Solo la presencia de Ariadna Gil consigue elevar la propuesta por encima de lo anecdótico.