CRÍTICA DE CINE

'Antología de un pueblo fantasma': lo elegíaco y lo lúgubre

La película de Denis Côté exhibe momentos genuinamente conmovedores, que derrochan nostalgia y compasión por unos espacios y unas formas de vida condenados a perderse en el olvido por nuestra indiferencia

Estrenos de la semana. Tráiler de ’Antología de un pueblo fantasma’. / periodico

Antología de un pueblo fantasma ★★★

Dirección:  Ana Asensio

Reparto:  Robert Naylor, Josée Deschenes, Larissa Corriveau, Diane Lavallée

Título original:   ' Répertoire des villes disparues'

País:  Canadá

Duración:  97 minutos

Año:  2019

Género:  Drama

Estreno:  13 de marzo del 2020

La nueva película del canadiense Denis Côté no es cine de terror pese a lo que su título alude a espectros, y a pesar de que va construyendo una atmósfera funesta al tiempo que retrata cómo los muertos se aparecen en un pequeño pueblo quebequés tras el suicidio de uno de sus habitantes. Si en buena parte de sus apariciones cinematográficas los fantasmas son metáforas del miedo a los otros y la importancia de lidiar con el pasado, aquí lo son de ambas cosas pero también de cómo las comunidades rurales se van quedando vacías, tanto por la migración a las ciudades como por su propia incapacidad para adaptarse.

Mientras contempla el efecto que la tragedia tiene entre los vecinos, Côté  dopta un método narrativo elíptico y deliberadamente deslavazado -más de lo aconsejable, de hecho-, que favorece el simbolismo frente al desarrollo de personajes o el comentario social explícito y que no siempre logra equilibrar la sofisticación conceptual y los elementos de género. En cualquier caso, la película exhibe no solo varios momentos genuinamente conmovedores, que derrochan nostalgia y compasión por unos espacios y unas formas de vida condenados a perderse en el olvido a causa de nuestra indiferencia; también llega a mostrar una genuina capacidad perturbadora -en parte gracias a una banda sonora llena de ruidos inesperados e inquietantes silbidos del viento-, especialmente en cuanto la línea que separa lo real de lo sobrenatural queda en buena medida difuminada.