La tanda de diez conciertos (y una cena) con la que Seward festeja su 10è aniversario no podía haber comenzado de un modo más ilustrativo de su arte radical: un concierto, ‘Freeward’, este miércoles en el Espai Jove Boca Nord, en el que no sonó canción alguna, sino que el grupo, ampliado hasta la decena de músicos, se entregó a una sesión de improvisación amablemente regada por los vasitos de té suministrados por el maestro Antonio Moreno.
Declaración de principios que resumió y llevó al límite los principios motivadores de Seward en torno a una idea de la música sin moldes, ni cuadrículas, ni expectativas pautadas. También para el público, que cuando ciertos silencios se alargaban peligrosamente, quizá en honor a John Cage, no sabía si permanecer mudo o ponerse a aplaudir.
Tenues marejadas disonantes espoleadas por el doble ‘set’ de batería, guitarras y trompetas que emitían sonidos tanto por sus conductos canónicos como a través del roce y el crujido. Adriano Galante, rozando el banjo los dedos; Juliane Heinemann, aplicando con instinto y ciencia sus señales electrónicas, y el violín de Sara Fontán como último punto de fuga de una sesión liberadora, encaminada a hacernos sospechar que la música lo puede ser todo cuando hay una intención. ‘Free’ sin reservas. Bienvenidos al 10º aniversario de Seward.