CRÍTICA DE LIBRO

'Víctor Català, l'escriptora emmascarada': la autora y el seudónimo

El libro de Margarida Casacuberta indaga en la obra y la figura de Caterina Albert, la escritora que se ocultaba tras la máscara

La escritora Víctor Català. / RAMON DIMAS

Especialista en el modernismo catalán, Margarida Casacuberta (Olot, 1964) ha escrito obras que combinan el rigor y la divulgación, como la magnífica ‘Els noms de Rusiñol’. Ahora ha publicado ‘Víctor Català, l’escriptora emmascarada’, que propone distinguir entre la autora de una obra rompedora de interés universal y la màscara con que se ocultaba Caterina Albert, hija de una familia de terratenientes de L’Escala. 

El libro se inicia con la entrevista frustrada que Baltasar Porcel hace a Caterina Albert en 1965, en la que la autora tiene un "'posat de damisel·la victoriana'", y se cierra con la carta que en 1969 escribe Maria Aurèlia Capmany a los responsables de la Gran Enciclopèdia Catalana en protesta por la entrada dedicada a Víctor Català en la que, según ella, "'heu linxat un gran escriptor'". Ciertamente, Víctor Català recibió descalificaciones de críticos tan relevanes como Joan Maragall, Josep Carner, Gabriel Ferrater o Joan Fuster, a las cuales ella opuso una modestia irónica que no siempre ha sido bien entendida. Casacuberta repasa esta dialéctica y restituye a la autora de ‘Solitud’ –con aportaciones de estudiosos como Jordi Castellanos e Irene Muñoz- los méritos que le han sido escamoteados.

Casacuberta vindica la obra total, "'estructurada i ben travada'" de Víctor Català, analizando prólogos, artículos y cartas, así como prosas de ficción y poemas que se pueden leer como alegorías de la posición de la autora, bien diferente de la mujer de carne y hueso. El seudónimo, en su caso, no servía solo como una estrategia de género para ocultarse, sino como un recurso indispensable para reducir las tensiones propias del autor modern(ista).