ENTREVISTA

Zoo: "No queremos limitarnos a recorrer la AP-7"

El grupo de Gandia cierra un ciclo en el Sant Jordi Club tras cinco años de trayectoria y anunciando una pausa hasta el 2021

Zoo, en una imagen promocional, con  Toni Sánchez, Panxo, primero por la izquierda

En sus cinco años de existencia, Zoo ha roto moldes con una música que cruza raíces folclóricas, electrónica dura y textos con alto voltaje político, y con su segundo disco, ‘Raval’ (2017), se ha convertido en uno de los grupos valencianos con más público en Catalunya. Hablamos con su cantante, Toni Sánchez, Panxo, en vísperas del concierto de este viernes en el Sant Jordi Club (entradas agotadas), tras el que la banda abrirá una pausa “para preparar un nuevo disco con tranquilidad” de cara al 2021.

En la base de su propuesta, ¿está la tradición valenciana de las bandas populares, de poderosos metales?

Lo nuestro es una mezcla de lo moderno y lo popular y folclórico, y dos miembros del grupo tocan en bandas y charangas propias de las fiestas. Lo hacen por gusto, porque es un mundo bastante precario, pero están ahí desde los 16 años.

Y otra influencia es la electrónica, ¿heredera de otra tradición valenciana como es la ‘ruta del bakalao’?

Bueno, yo viví solo los últimos coletazos de la ‘ruta’, y Zoo bebe más de la electrónica británica de finales de los 90 y primeros 2000: el big beat, el drum’n’bass, el breakbeat y gente como The Chemical Brothers o The Freestylers. La ‘ruta del bakalao’ no nos influyó tanto, aunque sí que estamos marcados por el mundo de la noche y la música de baile.

Sorprende su éxito en Catalunya, en el mundo mestizo-verbenero. ¿La escena valenciana equivalente es más dura que la catalana?

Sí, ahí es más punk, más cañera. En Catalunya también hay grupos así, pero no son tan hegemónicos. Nosotros pudimos entrar en Catalunya muy rápido: agotamos las entradas primero en Barcelona y luego en Valencia, donde tocábamos antes. No me gusta comparar, pero hemos conseguido un volumen de público parecido al de los grandes grupos catalanes aun sin haber tenido apenas presencia en los grandes medios y en las radiofórmulas.

A su público, ¿le mueve sobre todo una simpatía ideológica?

Es evidente que una persona nacionalsocialista difícilmente tendrá nunca simpatía por nuestro grupo. Pero tenemos un público muy amplio: chicos jóvenes que quizá no tienen una convicción ideológica fuerte pero que quizá vienen de una tradición familiar cultural y política.

Ovidi Montllor o Al Tall, ¿siguen siendo referentes?

Son la base de la que hemos crecido. De Al Tall yo no he bebido tanto, pero sí de Obrint Pas, que habían bebido mucho de Al Tall. Hay un hilo invisible que une las generaciones. A Ovidi yo lo descubrí hace solo ocho o nueve años, porque vengo de una familia castellana en la que no se escuchaba, pero a base de indagar descubrí muchas cosas que luego veía en Obrint Pas o La Gossa Sorda. Ovidi es una pieza fundamental de esa identidad oculta que nos atraviesa a todos los valencianos.

A su vez, la saga de Orxata Sound System y Zoo también ha influido a grupos más jóvenes. ¿Reconoce trazos en Cactus, Émbolo o Prozak Soup?

No creo que sigan nuestra estela de un modo consciente, pero hay un elemento común que es la electrónica. Mucha gente apuesta por ella por un motivo económico, logístico, de transporte...

¿Están volviendo a pasar cosas en la música valenciana que desde Barcelona nos perdemos?

Estamos en un momento de transición: han bajado del escenario bandas importantes como Obrint Pas, La Gossa Sorda, La Raíz, Aspencat o la misma Orxata. Tenemos cierta falta de cabezas de cartel. Pero eso está ocurriendo también a escala estatal. Hay un cambio generacional, con una ebullición de cosas nuevas, pero tardaremos un par de años en entenderla.

Su alianza con Def Con Dos en ‘Dilo en castellano’, ¿les ha acercado a nuevos públicos en España?

Nos enorgullece haber trascendido las fronteras de los Países Catalanes y haber llegado a un público que desconocía nuestra lengua, minorizada y en ocasiones, despreciada. Agotamos entradas con un mes de antelación en La Riviera, de Madrid, y mucha gente nos escribe desde Huelva o Zaragoza diciéndonos que gracias a nosotros están aprendiendo nuestra lengua. Esto nos da oxígeno, porque no queremos limitarnos, como decimos nosotros, a “recorrer la AP-7”.