Mientras contempla a una celebrada poetisa sumirse en un proceso de renovación ideológica y sexual estimulado por la relajada atmósfera de la región del título, la nueva película del polaco Jacek Borcuch establece conexiones entre lo personal y lo político, y así convierte un drama familiar en una reflexión sobre la identidad europea y los miedos de Occidente a la inmigración, el terrorismo y el nacionalismo. Borcuch perfila esos y otros temas -las divisiones económicas y de clase, por ejemplo- con trazo grueso y por momentos cayendo en el didacticismo, pero aun así se las arregla para dejar clara la ambigüedad y la complejidad que los envuelve.