FENÓMENO GLOBAL

K-pop: la fábrica surcoreana de ídolos musicales que quiere dominar el mundo

Blackpink es el primer grupo de este estilo en protagonizar una actuación en el Palau Sant Jordi de Barcelona

Una imagen de Blackpink.

¿Qué es el 'mainstream'? No hace tanto era sencillo reconocer una corriente principal en la música. En gran medida venía decidida por las radiofórmulas y los vídeos con más rotación en la MTV. Internet ha cambiado todo eso, desdibujando fronteras no solo geográficas, sino también de poder, y propiciando la aparición de fenómenos con una rapidez inédita incluso para algo tan intrínsicamente efímero como el pop.

Esto explica que Blackpink, un grupo de cuatro jóvenes coreanas (Lisa, Rosé, Jennie y Kim Ji-soo) con menos de una veintena de canciones, actúe en el Palau Sant Jordi (sí, el Palau Sant Jordi) este martes, día 28. Son una de las penúltimas revelaciones del huracán K-pop, o el pop hecho en Corea (del Sur, se entiende), que tras haber sido esencialmente de consumo local durante varias décadas, 'Gangnam style' a un lado, ha encontrado ahora su espacio en el imaginario global.

Es bastante fácil entender el éxito de Blackpink, aunque no comprendas una palabra de lo que cantan. De hecho, ese apego a su idioma es una clave del éxito: les da un barniz de exotismo y autenticidad que no tendrían de haberse puesto a cantar en inglés al primer golpe de éxito. Por otro lado, apuestan a menudo por 'tempos' hiperactivos en un momento en que la música pop tiende más al medio tiempo; y por el superávit de melodías en un entorno de canciones más basadas en la repetición.

Tampoco es que Blackpink y el K-pop en general inventen la rueda; si acaso, la hinchan hasta el punto de hacerla casi explotar, lo que resulta deliciosamente excesivo. Aceleran los 'tempos', acumulan las melodías y se marcan un amasijo de estilos: pop bubblegum, rap, R&B, rock y EDM son los esenciales ahora mismo, pero la inspiración puede venir de casi cualquier lugar.

En el caso de nuestras visitantes muy en particular, el empaquetado es clave: imágenes cuidadas al milímetro, cantantes cuyos caracteres supuestamente dispares se cultivan y publicitan, videoclips que inventan colores, coreografías para aprender delante del espejo… Hablamos del sueño del pop, o el Superpop, de toda la vida, llevado hasta sus últimas consecuencias. 

Tras convertirse en el primer grupo K-pop femenino en actuar en Coachella, ahora será también el primero (femenino o no) en pasar por el Palau Sant Jordi; ni siquiera ilustres precedentes como Girls' Generation (2007-2017) y 2NE1 (2009-2016) soñaron con algo así. Si los fans del K-pop siguen siendo tan apasionados, es más que probable que otros grupos de chicas o chicos coreanos sigan sus pasos. Ahora mismo, más de la mitad de los 10 primeros puestos de la lista Social 50 de Billboard (que mide la popularidad en redes sociales) están ocupados por grupos coreanos: BTS (nº 1), Tomorrow x Together (nº 2), NCT 127 (nº 3), Got7 (nº 5), Blackpink (nº 8) y EXO (nº 10).

Al otro lado del espejo

Tras el brillo incandescente del K-pop late, no obstante, una realidad algo sombría: sus estrellas suelen ser el producto de una especie de 'Operación triunfo' en versión extrema, el 'sistema de ídolos' promovido por Lee Soo-man, fundador en 1989 de la compañía de entretenimiento SM.

Antiguo cantante de folk y rock duro, Soo-man depuró hasta el extremo el proceso de creación de artistas pop que pudieran triunfar en distintos países de Asia. El manual de lo que llamó 'tecnología cultural' recogía desde qué progresiones de acorde usar según el país hasta los ángulos de cámara que usar en los vídeos. Lo explicaba el crítico John Seabrook en el mismo artículo de 'The New Yorker' (luego recogido en su libro 'La fábrica de canciones') que arrojaba luz sobre cómo se fichaba a los posibles ídolos y qué suponía para estos prepararse para una fama seguramente corta: planes de entrenamiento que pueden alargarse durante años (desde el año pasado, un máximo de siete); control total sobre sus vidas íntimas, o mejoras que significan pasar por quirófano.

"El aspecto en que sobresalen [los ídolos K-pop] es en la pura y simple belleza física", escribía Seabrook. "Sus caras, cinceladas, esculpidas, cuyo óvalo se estrecha de forma gradual hasta una afilada barbilla, tienen un aspecto llamativamente distinto a las caras redondeas de la mayoría de coreanos. Muchos lo logran con cirugía plástica".

El grueso de la producción K-pop es obra de tres grandes compañías de entretenimiento, todas ellas con sede en Seúl: la citada SM, JYP e YG, de la que ha salido Blackpink. El éxito de estas últimas no ha logrado difuminar del todo la nube negra que se ha cernido sobre YG en los últimos meses. Una de sus estrellas, Saungri, miembro de la banda BigBang y 'entrepreneur', se ha retirado tras ser acusado de ofrecer servicios de prostitutas a inversores en el club Burning Sun, del que era director de relaciones públicas.