CRÍTICA DE CINE

'La perfección': locura a medias

Este retorcido thriller sorprende por sus osadías narrativas, pero resulta tímido en otros aspectos

Allison Williams en ’La perfección’.

La perfección ★★★

Dirección:  Richard Shepard 

Reparto:  Allison Williams, Logan Browning, Alaina Huffman, Steven Weber 

País:  Estados Unidos

Duración:  90 minutos

Año:  2019

Género:  Thriller de terror

Estreno:  24 de mayo del 2019 (exclusivo en Netflix)

Lo peor que puedes hacerle a 'La perfección' es decir de ella que recuerda a De Palma, como hicieron algunas voces de la crítica al paso del filme por el Fantastic Fest de Austin, en el que Netflix se apropió de ella, quizá por cosas del algoritmo: Allison Williams y Logan Browning figuran en los repartos de bien recibidas series de la plataforma, 'Una serie de catastróficas desdichas' y 'Queridos blancos', respectivamente.

Comparar a Richard Shepard con el director de 'Doble cuerpo' es aventurado porque De Palma solo hay uno; de casi nadie (quizá Park Chan-wook, otro director sacado a colación) se pueden esperar sus niveles de virtuosismo y exuberancia operática, dos cualidades que Shepard no había demostrado en su obra previa ('Matador', 'Dom Hemingway') y que aquí aparecen con cuentagotas.

'La perfección' se ganará simpatías si la anuncias, simplemente, como lo que es: un pequeño thriller perverso que gusta por igual del escalofrío barato y las ínfulas arty, destacable sobre todo por sus imprevisibles engranajes narrativos, las curvas cerradas de un argumento refrescantemente desvergonzado. Esto va de dos jóvenes prodigios del chelo que se conocen, se gustan y se van juntas de viaje en principio reparador. Explicar algo más sería entrar en los terrenos del 'spoiler', ahora especialmente movedizos.

Por momentos, 'La perfección' parece una película 'grindhouse' de los 70 o de videoclub de los 80 (¡dura 90 minutos justos!), pero se distingue del cine de esa época en sus remilgos con la sexualidad, que no con el gore. Shepard ha citado 'Juegos salvajes' de John McNaughton entre sus influencias, pero dista de ser sexi en los momentos apropiados, quizá por temor a caer en la exploitation. Desenfreno no rima con autocensura.