FETICHES ROCKEROS

Nueva York exhibe los instrumentos más icónicos del rock

130 piezas sagradas son el núcleo de 'Play it Loud', una gran exposición en el Met

La muestra celebra y reconoce "uno de los capítulos formativos del arte y la cultura del siglo XX"

El ’kit’ de batería Ludwig de Ringo Starr flanqueado por la guitarra Rickenbacker de 12 cuerdas de 1964 de John Lennon y la primera guitarra eléctrica de George Harrison, una Höfner modelo Club 40 de 1958.   / AP / SETH WENIG

"A todo volumen no es solo la descripción de un sonido. Es una actitud". Lo que cualquier amante o practicante del rock and roll sabe y tiene interiorizado se proclama ahora en uno de los templos mundiales del arte, el museo Metropolitan de Nueva York. Y esas dos frases, esa filosofía, son las que dan la bienvenida a 'Play it Loud', una exposición que se inaugura en la pinacoteca neoyorquina el próximo lunes, 8 de abril (y de la que el Met presenta un buen aperitivo en su web).

La muestra enchufa de forma contundente el amplificador para proclamar a los cuatro vientos el papel fundamental del rock and roll como "uno de los capítulos formativos del arte y la cultura del siglo XX", según dijo el lunes en la presentación a la prensa Max Hollein, director del Met. Y lo hace a través de 130 instrumentos icónicos como núcleo, instrumentos "decorados, exagerados y amados, por los que los tocan y los que los miran", que Hollein define como "el enlace entre el artista y la audiencia, la fuente física de un ruido glorioso".

'Play it Loud' ha sido organizada en colaboración con el Rock and Roll Hall of Fame por el Departamento de Música del Met, que tiene 70 años de historia y acumula 5.000 instrumentos de los últimos 24 siglos. Es posible gracias a los préstamos de coleccionistas privados y de más de 80 músicos que han cedido sus guitarras, bajos, baterías, teclados, instrumentos de viento y amplificadores. Permite observar y estudiar de cerca los instrumentos que suelen verse en la distancia, sobre un escenario o en la pantalla. Y dice mucho del poder de quienes los crearon, los diseñaron, los 'tunearon' y, sobre todo, les dieron vida y los convirtieron en vehículos de expresión, que incluso como se exponen, aislados tras vitrinas, esos objetos inertes mantienen el pulso, la sensación de latido. Ayuda que haya banda sonora rockera sonando en bucle en las siete salas que ocupa la exposición, a la que se podrá entrar sin comprar entrada aparte, con la misma con la que se accede al Met.

Evolución y diversidad

Como el propio rock and roll, la exposición muestra la evolución del género, y lo hace agrupando todos los elementos en siete grandes bloques temáticos con los que se va abriendo el foco hasta acabar conteniendo todo lo que una exposición en un museo puede contener del rock. 'Preparando el escenario', la primera parte, tiene, por ejemplo, desde la Gibson que Chuck Berry usó para 'Johnny B. Goode', el 'baby' piano dorado de la George Stack & Co de Jerry Lee Lewis o la Fender Telecaster de Muddy Waters, el artista que dejó la frase de "el blues tuvo un bebé y le llamaron rock and roll". Están también la 'Twang machine' de Bo Diddley, el 'set' de Ludwig de Ringo Star o la Rickenbacker de 12 cuerdas de John Lennon.

De izquierda a derecha, Rickenbacker de 12 cuerdas de 1964 de John Lennon; Gibson Les Paul Custom de 1957 personalizada de Keith Richards; Gibson Flying V de 1967 personalizada de Jimi Hendrix; Gibson Les Paul Custom de 1960 de Jimmy Page; y la St. Vincent HHH, Masseduction diseñada por Ernie Ball Music Man para St. Vincent.

En esa primera parte se exhibe también la Martin D-18 customizada de Wanda Jackson, "la reina del rockabilly". Ella es una de las múltiples mujeres con las que la exposición ha hecho un esmerado esfuerzo por mostrar la diversidad de género en el rock, que queda representada también por instrumentos de, entre otras, Joni MitchellSt. VincentPatti SmithJoan JettKim GordonLady Gaga o Tina Weymouth. La fundadora y bajista de Talking Heads y Tom Tom Club fue la voz femenina el lunes en la presentación ante la prensa, en la que participaron también Jimmy Page, Steve Miller y Don Felder, el encargado de sacar su Gibson EDS 1275 de doble mástil de la vitrina y dejar claro, con una interpretación de 'Hotel California', lo bien que puede cuadrar el rock en escenarios inusitados como un atrio dedicado a escultura europea de siglos atrás.

El fabuloso 'set' de batería personalizado que el no menos fabuloso Keith Moon estrenó en 1967. A la izquierda, el bajo Gibson Thunderbird IV de 1964 de John Entwistle y la guitarra Gibson SG Special de 1968 de Pete Townshend. A la derecha, la Epiphone Wilshire de 1961 que Roger Daltrey tocaba en The Detours y la Gibson Les Paul Deluxe de 1973 de Pete Townshend.

'Play it Loud' dedica su segundo bloque a los "dioses de la guitarra" y algunos de sus instrumentos más emblemáticos, iconos como la 'Love drops' de Jimmy Hendrix , la 'Blackie' de Eric Clapton, la 'Number one' de Page, la 'Frankestein' de Eddie Van Halen, la 'Soul power' de Tom Morello, la 'Wolf' de Jerry García, la 'Esquire' de Jeff Beck o la 'Love symbol' de Prince, así como guitarras de Pete Townshend, Jeff Beck, Jack White, The Edge o Angus Young. Y en las dos siguientes galerías, bautizadas 'Sección de ritmos’ y ‘Expandiendo la banda’, se amplía el foco para dar cabida a las secciones rítmicas, teclados, amplificadores y multitud de elementos que han contribuido a dar riqueza al rock and roll, desde un saxofón de Clarence Clemmons a un sitar de Ravi Shankar.

Más que sonido

El rock es cuestión de sonido, como explican e ilustran en la quinta galería cuatro vídeos protagonizados sobre recreaciones de sus ‘rigs’ Keith Richards, Morello, Van Halen y Page con los que merece la pena pasar unos minutos. Pero es también cuestión de imagen, y a eso tanto en términos de 'customización' de instrumentos como en elementos como el vestuario o de la "actitud" de la que se hablaba al principio, es a lo que se dedica la penúltima galería de 'Play it Loud'.

El Gold Baby Grand Piano fabricado por George Steck & Co en 1955 de Jerry Lee Lewis.

Ahí se exhibe, por ejemplo, la escultura en resina construida con la guitarra que Townshend destruyó, como tantas otras veces sobre el escenario, en una sesión de fotos para Annie Leibovitz (también recogida en la exposición). Los textos se encargan de recordar que no era solo cuestión de espectáculo: el guitarrista de The Who, que estudió con Gustav Metzger, fue uno de los que canalizó el movimiento de arte que empleaba la destrucción de material como protesta de la producción capitalista.

La exposición se cierra con una sala dedicada a los "momentos icónicos", algunos de los cuales se pueden ver en una proyección y otros imaginarse con los posters de conciertos o actuaciones memorables. Aunque el punto de salida definitiva es la tienda, donde se puede comprar desde el catálogo hasta 'merchandising' creado alrededor de la exposición, un apropiado recordatorio de que en los museos el arte y la cultura, incluido el rock, también son comercio.

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