CRÓNICA

La OBC estrena 'Gall de foc' con escolares de El Prat de Llobregat

La pieza es una nueva creación de la compositora Mariona Vila

Niños tocan el ukelele en el estreno de ’Gall de foc’, en el Auditori.

La compositora catalana Mariona Vila estrenó el viernes un encargo recibido por la OBC, su 'Gall de foc', una obra que mira al famoso 'Oiseau de feu' ('Pájaro de fuego') de Igor Stravinsky, pieza que, precisamente, cerró el programa de este fin de semana con extrema brillantez. Vila, muy ligada a la creación actual y con una parte significativa de su producción destinada al público infantil, contó para su nueva pieza -de once minutos de duración y estructurada en cuatro partes ('Expectació', 'Ira', 'Tristesa' y 'Renaixement')– con alumnos de la escuela Pepa Colomer de El Prat de Llobregat, cuyo proyecto pedagógico tiene en las artes la columna vertebral de su oferta educativa. Inserto en la octava edición del proyecto 'Et toca a tu' del Auditori y la OBC -que enarbola la música como elemento de integración en barrios con altos índices de inmigración-, 'El Gall de foc' es la segunda obra que se incluye en un programa de temporada de la orquesta catalana.

Reforzada con violines, contrabajos y 25 ukuleles tocados por niños, la OBC, junto a un coro de 50 entusiastas 'petits cantaires', desgranó la pieza de estreno dirigida por un comprometido Kazushi Ono, sacando lustre al complejo acento rítmico de la obra, por lo demás, nada fácil para los jóvenes intérpretes que tuvieron que vérselas con un libreto que llevaba al limite la línea vocal, forzando incluso el acento de las palabras. La obra fue ovacionada por un público que agradecía la interpretación de esa espiral energética que acabó siendo este 'Gall de foc', con apoteosis final incluida.

La primera parte de la velada se completó con la 'Tercera Sinfonía' de Brahms interpretada con un buen trabajo del sonido por parte del director -que prescindió de partitura-, aunque sin mucha pulcritud en según qué entradas, pero con grandes intervenciones de los diferentes solistas y con un 'poco allegretto' muy bien planteado, cargado de pasión.

Un gran contraste se creó en la segunda parte, cuando el 'Concierto para violonchelo' de Schumann, pura pasión romántica a pesar de su modernidad y contando con un inspiradísimo Gautier Capuçon como solista, compartió espacio con la brillantez y la osadía de la 'suite' del ballet 'El pájaro de fuego' ofrecida -con Ono también sin atril- con indisimulada extroversión. Antes, Capuçon había emocionado por la expresividad de su sonido y por su dominio técnico, regalando un 'Cant dels ocells' cargado de trinos e interpretado junto con la sección de cello de la orquesta con un resultado casi lacrimógeno.

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