HERMANOS DE JAZZ

Gorka Benítez, lejos del Misisipí

El trío del saxofonista presenta 'Salalagua' en el Jamboree

Gorka Benítez y David Xirgu, en Barcelona, esta semana. / RICARD CUGAT

En 1995, tras pasar un tiempo en Nueva York, el saxofonista Gorka Benítez, de Bilbao, aterrizó en Barcelona y llamó al batería David Xirgu para dar unos conciertos en La Boite. Hasta ese día no se conocían en persona. Pero congeniaron. Tanto, que desde entonces lo han hecho casi todo juntos. Primero fueron un cuarteto, luego un trío, más tarde un dúo y ahora, con la vuelta de su guitarrista de siempre, Dani Pérez, son tres otra vez. "Yo no tengo la sensación de que Dani se haya ido nunca", dice Benítez. Solo la fatalidad, en forma de enfermedades y tragedias familiares, ha puesto a prueba la continuidad del trío. Y en realidad, ni por esas. "Teníamos una gira por Escandinavia, tu madre estaba muriendo y después de un bolo decidimos coger la furgoneta e irnos a tomar por culo a un aeropuerto perdido por ahí para que pudieras coger un avión y despedirte de ella. ¿Te acuerdas?", le dice Gorka Benítez a David Xirgu. Claro que se acuerda. Como se acuerda de cuando él y Dani Pérez fueron a Lekeitio sin avisar y subieron por sorpresa al escenario mientras Benítez celebraba su 50 cumpleaños tocando con la banda del pueblo.

En el jazz de Barcelona los tres son una institución. Cuando no había tantas escuelas de música moderna, Youtube era un una entelequia y la información circulaba básicamente a través de discos y conciertos, Benítez, Xirgu y Pérez fueron un ejemplo para muchos músicos de jazz de la ciudad que buscaban un lenguaje propio. "No creo que les hayamos marcado como instrumentistas, pero quizás sí como grupo", opina Xirgu. "No había tanta losa escolástica, por decirlo de alguna manera. Cada uno había estudiado lo que podía y buscábamos nuestra voz", asegura Benítez. Ahora también imparten esa mirada desde las aulas de la Escola Superior de Música de Catalunya (ESMUC). "A mis alumnos les digo que no hay creatividad sin riesgo. Que si quieren contar sus propias cosas tendrán que desnudarse mucho". Las cosas propias de Benítez, uno de los saxofonistas más inconfundibles de la escena, saben a folklore y a canción. "Claro que todo músico de jazz tiene puesta la mirada en Estados Unidos, es normal. Pero a la hora de escribir o contar algo ya eso no me vale tanto, ¿no? Mis fuentes de verdad seguramente no están en el Misisipí. Y compañeros como Xirgu y Dani me ayudan A saber si voy por el buen camino, si el de esa música soy yo o no".

En su nuevo disco, 'Salalagua', que presentan el viernes en el Jamboree (20 horas y 22 horas), hay una canción titulada 'Gorka', que Dani Pérez escribió pensando en el saxofonista y que le define bien. Tiene aires de tango y cadencia melancólica. "Gorka es un narrador -dice Xirgu-, y Dani sabe que con una melodía así Gorka puede contar algo".

Quien haya visto a Gorka Benítez en directo presentar las canciones que toca sabe que es un buen contador de historias, y que casi todo lo que escribe tiene un por qué o una vivencia detrás. La melodía 'Salalagua', una tonada con un toque africano -"pero africano de Bilbao", dice para quitarle gravedad al asunto- tiene que ver con los migrantes que intentan cruzar el Mediterráneo. "Solo invito a que la gente piense en ello un segundo. No espero más. Una cosa que echo mucho en falta es que en esta música nunca reflejamos nada de lo que realmente pasa. Antes lo social estaba metido dentro del arte. Hoy en día... no sé, parecemos pijos", dice con dureza. "Y fíjate qué tontería, muchas veces tocando esa canción me emociono. La toco y ahí va, la hostia. Es como si no fuera mía. No sé cómo explicarlo. Soy muy simple". Y sonríe. 

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