PROYECCIÓN INTERNACIONAL

La arquitectura catalana triunfa en el extranjero impulsada por la crisis en España

Los estudios profesionales construyen con éxito en Europa mientras el sector sigue aquí parado

Tres equipos catalanes optan al premio Mies van der Rhoe, uno de ellos, HARQUITECTES, con dos obras seleccionadas

Parte del interior de La Lleialtat Santsenca, uno de los proyectos de HARQUITECTES que optan al premio Mies van der Rohe.  / ADRIÀ GOULA

Dos obras con la misma firma optando al premio Mies van der Rohe no es habitual. Pero los jóvenes del estudio sabadellense HARQUITECTES lo han hecho. HARQUITECTES Ahí están con la vivienda Casa 1413 y el centro cívico La Lleialtat Santsenca, en Ullastret y Barcelona, respectivamente. "La elección de dos obras de un mismo estudio es raro. Ha pasado alguna vez pero es extrañísimo y más en esta fase de la selección avanzada donde solo quedan 40 obras". Palabra de Ivan Blasi, responsable de premios y programas de la fundación que lleva el nombre del arquitecto alemán que promueve el galardón, que dicho sea de paso, es a Europa lo que el Pritzker es al mundo: un gran reconocimiento para los arquitectos que lo reciben. Se celebra cada dos años y las construcciones seleccionadas son propuestas por el sector y escogidas luego por un jurado variopinto pero relacionado con cualquiera de los campos de la arquitectura, de la crítica a la docencia, pasando por la propia práctica. En breve, a mediados de febrero, se decidirán las cinco finalistas, y en abril se conocerá el ganador.

Los del Vallés no son los únicos catalanes en la lista, les acompañan RCR, con la nueva biblioteca de Gante (Bélgica) y BAAS arquitectura, con la Facultad de Radio y Televisión de Katowice (Polonia). Los primeros recibieron el Pritzker en el 2017, y el segundo atesora este año tres galardones polacos por su construcción. Pero el reconocimiento reciente al sector en el extranjero no se acaba aquí: en el 2018, Batlle i Roig Arquitectes se llevaron el premio Paisaje del Año, por un proyecto en Igualada, del World Architecture Festival (WAF). Y el Mies van der Rohe del 2015 fue para otro estudio afincado en Barcelona: Barozzi/Veiga, por la Filarmónica de Szczecin (Polonia). Este año la arquitectura catalana suma, en total, un 10% de las nominaciones al premio. Con todo esto la pregunta es casi obligada: ¿la arquitectura catalana está más valorada fuera ahora que antes?

Más visualización que antes

La respuesta se mueve entre el sí y el no. Vamos, su prestigio es innegable, pero siempre ha existido. "Siempre ha tenido gran aceptación, de hecho, muchos turistas vienen por Gaudí y el modernismo. Y Los arquitectos catalanes siempre han estado en estrecho contacto con las nuevas tendencias europeas. El GATPAC surgió por el vínculo con el racionalismo y Le Corbusier. Josep Lluis Sert fue profesor en Yale y decano de Harvard. Lo mismo se puede decir del Grup R o de José Antonio Coderch, gran amigo de Gio Ponti y Alberto Sartoris. O de Enric Miralles y su edificio para el Parlamento escocés", apunta Assumpció Puig, decana del Col·legi d’Arquitectes de Catalunya (COAC).  Aunque la obtención del premio Pritzker por parte de RCR (Rafael Aranda, Carme Pigem y Ramon Vilalta) quizá lo hace más visible. "Es como cuando el cine iraní empieza a ser premiado y la gente comienza a hacer caso a las películas del cine iraní", continúa Puig.  

También ha ayudado a la gran visualización actual de la arquitectura catalana la crisis, ya que ha acentuado el fenómeno provocando que muchos profesionales del sector se internacionalizaran y buscaran trabajo fuera de Catalunya, unos presentándose a concursos, otros asociándose o abriendo despacho en el extranjero y unos terceros saltando a la docencia. Ahí está Eva Franch, la primera mujer en dirigir la Architectural Association de Londres, la prestigiosa escuela donde se han formado referentes tan reconocidos como Zaha Hadid y David Chipperfield. "¿Qué quiere decir esto? Que los arquitectos catalanes siempre hemos tenido la inquietud de estar en las teorías más innovadoras de la arquitectura", sostiene la decana. Inquietud y una manera propia de realizar las cosas, porque pese a la heterogeneidad hay rasgos que definen la creación hecha desde aquí: "La singularidad es que miramos el entorno y damos una respuesta desde el entorno". Valen como ejemplos Flores i Prats y su reforma de la Sala Beckett, Bosch Capdeferro y su proyecto Casa Collage, y los actuales edificios nominados de HARQUITECTES y Baas arquitectura. Todos trabajan desde las preexistencias, desde un edificio ya levantado al que no borran la memoria.

Crecimiento vegetativo

La maestría y el conocimiento de los materiales es otro de los rasgos de la arquitectura de aquí. Eso viene dado por los estudios: técnicos en muchas vertientes. "No necesitamos de terceros para avalar los proyectos ejecutivos: instalaciones, estructura, fachadas..., en otros países son imprescindibles. Nosotros estamos metidos en la construcción por la pericia que llevamos dentro. Y esto ayuda a salir y a ser referentes en algunos temas", continua Puig que remite al proyecto de La Lleialtat Santsenca de HARQUITECTES como ejemplo: "Tienen una mirada sobre el edificio de una maestría total, saben apreciarlo todo, hasta el último detalle". Un valor muy apreciado desde fuera. El 'less is more' (menos es más) acuñado por la arquitectura racionalista es otro de los rasgos de los profesionales de aquí: “Una tradición que arrastramos desde hace tiempo y la hemos adaptado. La arquitectura catalana piensa en el bienestar de las personas pero no desde la suntuosidad sino desde la iluminación, los volúmenes, la orientación, los materiales, las preexistencias...", argumenta la decana.

Una tradición valorada fuera y poco practicada dentro. No por falta de ganas sino por la persistencia de la crisis. El sector catalán sigue sin salir de la crisis, en el 2018 se han visado 4,5 millones de metros cuadrados, un 50% de lo visado en 1993, antes de dispararse, en 2006, y luego estrellarse, en el 2008. "Desde entonces el crecimiento es vegetativo". Pero hay salida: "Implicarse en los nuevos retos", que no son otros que rehabilitar los edificios para la sostenibilidad y las nuevas necesidades de la sociedad. Mientras, el sector se vanagloria de que "la arquitectura catalana triunfe fuera y sea premiada". 

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