Una mujer se ve a sí misma en medio de dos hombres inmaduros -el uno, una estrella del rock olvidada; el otro, el fan más devoto de este- en esta adaptación del libro homónimo de Nick Hornby, de la que lo mejor que puede decirse es que está llena de amabilidad. Lo que por otra parte le faltan son suficientes dosis de conflicto, momentos efectivamente cómicos y verdadera emoción, y el director Jesse Peretz llena el vacío que esa carencia deja abusando de diálogos expositivos, forzados giros argumentales y escenas en las que los personajes escriben 'emails'. ¿No había quedado claro ya que los romances epistolares solo funcionan en las novelas?