CRÓNICA

El 'Mesías' más reivindicativo

La obra de Händel llegó al Auditori el pasado jueves con un coro de 450 aficionados

Edmon Colomer y la Orquestra de Cambra de Granollers, el pasado jueves, en el Auditori. / MARÍA JOSÉ RASERO

Entre el Concert de Sant Esteve del Orfeó Català en el Palau y este ‘Mesías’ participativo en el Auditori barcelonés, la música coral catalana se ha convertido en una máquina de reivindicación que pretende llamar la atención sobre la situación del ‘procés’ y de los políticos encarcelados. El catalanismo vivo de Sant Esteve es ya tradicional, pero el del ‘Mesías’ participativo no lo era hasta la edición del 2017, en pleno momento álgido del ‘procés’. 

El concierto del jueves en el Auditori, primero que se realiza sin el tradicional respaldo de la Obra Social de "La Caixa", acabó siendo, como era de prever, una gran exaltación reivindicativa que contó con la presencia en el concierto del ‘president’ Torra, de la ‘consellera’ de Cultura, Laura Borràs, y de los presidentes de Òmnium Cultural y de la Asamblea Nacional Catalana. Un discurso previo del director Edmon Colomer sobre el contexto del Barroco, su decadencia y los problemas económicos de Händel relacionándolo todo con el momento actual y dedicándole la actuación a los presos y exiliados, dejó claro este doble acento reivindicativo.

Ferviente participación del coro

El concierto transcurrió con una ferviente participación de los 450 miembros de este coro inmenso unidos a la Coral Cantiga, muy bien guiados por Colomer y ante una entregada, flexible y entusiasta Orquestra de Cambra de Granollers. Salvo en un par de momentos casi anecdóticos, hubo concentración y pulida acción de conjunto. ‘Bravi tutti’.

sección del coro participativo durante la interpretación de 'El Mesías' en el Auditori. / MARÍA JOSÉ RASERO / Una 

El grupo de solistas vocales, en todo caso, era de todo menos apto para el lugar y la ocasión. La inmensa sala Pau Casals del Auditori le vino gigante al tenor Roger Padullés –sin ‘fiato’ al final de las coloraturas– y, sobre todo, al inaudible contratenor Víctor Jiménez, defendiendo sin control una parte que le queda en pleno pasaje. Pero es que ni un fogueado Josep-Ramon Olivé consiguió conmover, no por su desempeño –siempre correcto–, sino por ese color blanquecino y joven de su voz. Al menos la soprano Mireia Tarragó pudo lucir su dominio de la coloratura, respirando y fraseando adecuadamente.