En su anterior película, ‘Felices 140’, Gracia Querejeta dio muestras de tener un inesperado sentido del humor macabro a la hora de construir una comedia negra en torno a la crisis de valores y el sálvese quién pueda generado tras la crisis económica. Ahora aumenta la apuesta desmelenándose todavía más y abrazando sin complejos el disparate para hablar de la corrupción instalada en la esfera tanto pública como privada. Lástima que no atine con el tono, torpe y sin ritmo y que las interpretaciones resulten demasiado histriónicas. Se agradece el riesgo a la hora de trasmutar los arquetipos masculinos en femeninos, pero en ocasiones la jugada le sale regular y el resultado bordea el discurso retrógrado.