Durante la hora y media, Erógenas mezcla el humor, la tragedia y la ira para transportar al espectador a la Cuba comunista. El montaje viaja a lo más profundo de la vivencia de una joven internada en un colegio donde vive sus primeras experiencias sexuales e infortunios amorosos. Una incansable experiencia tropical que acaba convirtiendo al personaje en la 'American woman' de Los Flippers. La pérdida de la virginidad de la protagonista representará el antes y el después de una vida marcada por situaciones desmedidas.
La obra Erógenas, hasta el 22 de abril en la Sala Muntaner, es una oda a un pueblo vencido, a una Habana desdichada a causa de su situación política -siempre de la perspectiva del anticastrismo- y de una sociedad machista donde la mujer utiliza el sexo como válvula de escape, como único refugio. La protagonista, interpretada a tres voces por Anira Suárez, Sonia Jerez y Adris Mateo, no es casta, evidentemente. "Yo nunca fui casta ¿para qué sirve ser castos? / Si aunque sea con terror temblando de precauciones / amarnos es lo único que nos queda", recita la protagonista. Son versos de la escritora cubana Zoé Valdés, uno de los referentes de la obra. La directora de este emblemático espectáculo, Selena Perdomo, también se ha inspirado en la novela ‘Exorcismo final’, de Yovanna Martínez.
Con música en directo por Alex Fong, ‘Erógenas’ no pretende ser pornográfica, aunque el título del montaje y algunas escenas jueguen a confundir al espectador. Es "una punzada en la vagina", la"herencia de una Cuba triste" como dice la joven protagonista que acaba en Estados Unidos.
Las actrices arden –metafóricamente –, y exhiben su lado más salvaje y sensual con unos bailes tradicionales, como en ‘Échale salsita’. Se mueven en sintonía con los acordes y sus expresiones hacen más atrevida esta historia de voces sincronizadas, las de una superviviente nata, una mujer que pierde la fe en el país que la vio nacer. Todo ello conforma una obra poderosa.