La alemana Doris Dörrie medita sobre los fantasmas literales y figurados que asolan Japón a través del retrato de una alemana y una geisha que crean lazos en una tierra herida. Aunque abiertamente inspirada en 'Hiroshima, Mon Amour', la película hace caso omiso a la intrepidez formal y la experimentación narrativa de la obra maestra de Alain Resnais para contar una nueva variación de la típica historia de dos personas que logran superar sus diferencias y establecer una amistad profunda. La predictibilidad del relato se ve acentuada por cierta mirada turista al exotismo de la cultura japonesa y una voluntad algo despistada de buscar equivalencias entre aflicciones de índole personal y el trauma nacional que Fukushima encarna.