Chino Darín, hijo de Ricardo Darín, protagoniza este filme más bienintencionado que efectivo sobre el peso de un pasado concreto, el de la dictadura argentina de los 70 y la lucha armada. De la clandestinidad de los montoneros en el pasado se pasa, alternadamente, al conflicto actual entre uno de aquellos militantes, ahora enfermo, y su hijo. Dos generaciones, dos tiempos, dos momentos bien distintos de un mismo país. La reconstrucción del tiempo pretérito es algo convencional y en los momentos del presente prevalece un tono dramático algo desaforado, con un guión demasiado embrollado y un afectado romanticismo.