El texto original de Julian Barnes es excelente, aunque bastante más crudo que su adaptación cinematográfica. Y el trabajo de todos los actores, crucial en este tipo de relatos, está también a la altura de ese texto. Se trata de una reflexión sobre las relaciones personales, la soledad y, sobre todo, la mentira, o aquella realidad imaginaria que a veces necesitamos crearnos para superar traumas y decisiones funestas. En este sentido, el filme fluye armoniosamente, pese a que algunos aspectos de la novela han sido suavizados en aras de un resquicio para la esperanza que Barnes ahoga más que el realizador Ritesh Batra.