La reacción generalizada al anunciarse este proyecto fue la de sorpresa. ¿A qué tipo de público está destinada, en pleno 2017, una nueva y escrupulosa adaptación de un texto de Agatha Christie? Kenneth Branagh ha tirado por la vía clásica. No reniega de la teatralidad de la propuesta y no redimensiona el carácter escénico como hizo en sus versiones de Shakespeare, aunque incluye un par de escenas de acción que tampoco hacen más ágil el producto. El reparto es bueno, pero no tanto si lo comparamos con la versión de 1974. Branagh se dirige a sí mismo como Hercules Poirot y, contra pronóstico, está agradablemente contenido.