Hay pocas cosas menos aterradoras que una muñeca que no habla ni se mueve, de modo que es lógico que esta 'precuela' de un 'spin-off' –'Annabelle' (2014) se originó a partir de 'Expediente Warren' (2013)— use ese juguete más como introducción a otros demonios más móviles que campan a sus anchas por el viejo orfanato en el que la acción transcurre. El director David F. Sandberg logra provocar un par de sustos efectivos y cierta atmósfera ominosa gracias a su hábil manejo de las luces y las sombras, pero poco más: no ofrece ni una historia absorbente, ni personajes interesantes, ni interés alguno en desviarse lo más mínimo del camino hacia la resolución más previsible