Pálida luz de las colinas
1982
Ishiguro empezó haciendo gala de una rica ambigüedad con esta delicada obra en la que una japonesa radicada en Inglaterra rememora su vida en el Nagasaki de los años 50 tras el suicidio de su hija.
Un artista del mundo flotante
1986
El mundo flotante, o Ukiyo, grabados japoneses de escenas cotidianas en los barrios bajos, sirve de telón de fondo a este retrato evocador de un pintor en el Japón de posguerra.
Los restos del día
1989
La novela que dio a conocer al autor internacionalmente es este melodrama sobre un mayordomo con una inquebrantable fidelidad a su amo, que no duda en traicionarse a sí mismo. Ganó el Booker.
Los inconsolables
1995
La novela más vanguardista y la más compleja del autor se centra en un pianista amnésico, lo que le permite jugar con los tiempos y sus confusiones. Todo ello con un aire a lo Robert Musil.
Cuando fuimos huérfanos
2000
Un homenaje a las lecturas policiacas de Ishiguro en su infancia, desde Agatha Christie a Conan Doyle, sostenido por un puente argumental entre Londres y Shanghai.
Nunca me abandones
2005
Una distopía terrible y melancólica, con ecos de ‘Blade Runner’, que evoca a los muchachos de un internado a punto de descubrir un gran secreto del pasado que desvelará su identidad.
El gigante enterrado
2015
En una Inglaterra imaginaria dos ancianos deciden ir a buscar a su hijo, del que casi lo han olvidado todo. Por el camino se encuentran con un avejentado sir Gawain.