No es exactamente un documental, y si lo es, baraja también elementos de ficción o de recreación: algunas escenas son demasiado estudiadas para que puedan ser producto de la verdad del momento. Tampoco se trata solamente del retrato de un edificio de Sao Paulo ocupado por gente sin techo, inmigrantes y refugiados. Aunque vemos a estos personajes en su vida cotidiana y en la autogestión de su existencia, reunidos en asamblea y discutiendo sobre las mejores medidas a tomar cuando amenaza el desahucio, interesa más en la película la cotidianidad, el acento casi costumbrista con el que se desenvuelven frente a las cámaras.