No resulta extraño que Jessica Chastain vaya a protagonizar el debut en la dirección de Aaron Sorkin después de ver 'El caso Sloane'. La película dirigida por el irregular y en este caso acertado John Madden bebe mucho de ese estilo frenético en el habla y las acciones que caracterizan los mejores guiones del responsable de 'Steve Jobs' o 'La red social'. No hay lugar para el descanso en esta película que gira alrededor de un tema tan poco conocido y apasionante como las intrigas entre los lobis que apoyan los diferentes partidos políticos para alcanzar el poder, en este caso a través del controvertido tema armamentístico.

El director compone un maquiavélico mecanismo narrativo a modo de excitante 'thriller' de espionaje que se mueve con la rapidez de un rayo en sus diálogos repletos de información y que reflexiona en torno a la podredumbre del sistema y el juego sucio que ejercen las altas esferas de mando que deciden sobre el destino de la sociedad sin ningún tipo de ética o escrúpulos.

Su ritmo es tan físico que en ocasiones resulta agotador. Pero precisamente intenta adecuarse a los biorritmos de esa ejecutiva agresiva que interpreta una pletórica Jessica Chastain que se mueve como una pantera en un mundo de hombres a golpe de tacón, inteligencia retorcida y fuerza indómita.