En 1992, Bernard Rose adaptó un relato de Clive Barker que dio lugar a 'Candyman'. Si repetías ese nombre frente al espejo cinco veces, reaparecía el espíritu de un ser sobrenatural con ganas de venganza. Si mezclamos este planteamiento (aquí basta con decir en alto Bye Bye Man) con el espíritu 'teen' y el enfoque paranoico de 'It follows' y rebajamos a la mínima esencia el poder imaginativo y perturbador de ambas películas, el resultado sería esta insustancial Serie B que se limita a copiar clichés para proporcionar más aburrimiento que miedo.
CRÍTICA DE CINE
'Nunca digas su nombre': más bostezos que terror
El lado más perturbador del género de terror desaparece en este filme de Stacy Title repleto de clichés y con espíritu adolescente
Tráiler de ’Nunca digas su nombre’. (2017) /
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