Lo nuevo de Joaquín Gutiérrez Acha exhibe la belleza de las montañas cantábricas y sobre todo la riqueza de su fauna, a través de una sucesión de escenas animales que una narración más bien relamida trata de dotar de cohesión. Resulta imponente contemplar a los rebecos trotar por cumbres rocosas, o una manada de lobos que lincha un ciervo, o mirlos cruzando una cascada, o los rituales reproductivos de la pisaura. Pero la acumulación de viñetas posiblemente resulte extenuante excepto para el tipo de público que pasa las tardes viendo La 2.