Sirviéndose de un único actor y ni un solo diálogo, Christophe Farnarier se inspira en 'Walden', de Henry Thoreau, para demostrar en 'El perdut' que el retorno a la naturaleza es nuestro escudo contra la tóxica civilización y, a la vez, el punto de partida para regenerarla. Su primera película de ficción, en sí misma un regreso a un cine elemental, resulta tan hipnótica como sus documentales 'El somni' (2008) y 'La primavera' (2012), aunque algo predeterminada en su apuesta formal y en su trazo de paralelismos entre el viaje exterior y el interior.