Mientras narra la historia de Loïe Fuller, que a finales del siglo XIX revolucionó la danza al usar efectos de luz y trajes futuristas en sus coreografías, 'La bailarina' sigue torpemente el camino más trillado en el terreno de los 'biopics' sin justificar lo que hace a su heroína merecer una película -qué la impulsaba, qué cualidades la hicieron ser aclamada-. Y en el proceso no solo adorna su vida con hechos ficticios ridículos y gratuitos sino que además, a pesar de su título, reduce el arte del baile a la condición de mera anécdota.