Los zombis suben al tren

'Train to Busan' convence en Sitges con su relato de apocalipsis sobre raíles

Fotograma de ’Train to Busan’.

Desde su primera película, la animada 'The king of pigs', el director/guionista surcoreano Yeon Sang-ho explora aspectos oscuros de su país, como su alto grado de jerarquización y estratificación social. En su primer largo de imagen real -especie de continuación de 'Seoul station', también incluida en Sitges 2016-, reincide en este proyecto: un brote zombi coge casi por sorpresa a los viajeros de un tren y entre los que peor se portan figuran algunos con buena cuenta corriente.

Uno de ellos es Seok-woo (Gong Yoo), gestor de fondos seguramente "acostumbrado a apalear idiotas", como le dice uno de sus compañeros de batalla antes de pedirle que se ponga las pilas con los zombis. El recién separado Seok-woo viaja a bordo del tren para acompañar a su hija, Su-an (Kim Su-an), a celebrar su cumpleaños con su madre. Ante los ojos de la pequeña pasará de ser alguien que ondea el lema "cada uno por su lado" a héroe salvador de moralidad actualizada.

Cuando parecía que el subgénero zombi había sido explotado hasta la náusea, llega 'Train to Busan' y lo revive a base de ingenio y, aunque cueste creerlo, una extraña verosimilitud. Al contrario que en 'Guerra mundial Z', a la que puede recordar por momentos, aquí la infografía se usa de forma contenida; algunos de los momentos más impactantes se consiguen con efectos tradicionales o leves trucos de montaje. En el Auditori del Meliá se escucharon gritos ahogados, además de risas o aplausos bien ganados. Es un festival de película, a pesar de sus tramos de oscuridad misántropa.

VIAJES AL FIN DE LA NOCHE

Dos películas vistas hoy también a concurso se desarrollaban en clubs de distinto pelaje. Por un lado, la discoteca donde dos jóvenes sirenas se convierten en reclamo estelar en 'The lure', de la polaca Agnieszka Smoczynska. Y después, el bar de karaoke donde se instalan un puñado de personajes a la fuga de sí mismos y su pasado en 'Karaoke crazies', del surcoreano Kim Sang-chan, en su primer filme en nueve años.

Paisajes fascinantes con personajes insólitos en su interior: eso es casi todo lo mejor que ofrecen ambos títulos, cuyos desarrollos argumentales dejan bastante que desear. Puestos a elegir, nos quedamos con 'The lure', aunque solo sea por atreverse a ser un musical cuando ya apenas se hacen. Y con sugestivo repertorio synth-pop.