No es la primera vez que Antoine Fuqua cambia el color de la piel de uno de sus personajes respecto al filme o serie original que versiona. Ya lo hizo en 'The equalizer', particular adaptación de una ficción televisiva de los 80 sobre un agente secreto blanco y retirado. En su filme, el personajes está encarnado por Denzel Washington, con quien se entiende a las mil maravillas desde que hicieran juntos 'Training day'.

Lo mismo ocurre con 'Los siete magníficos': Washington incorpora al pistolero que en la película original, realizada por John Sturges en 1960, interpretó el hierático Yul Brynner. El desarrollo de todo lo demás es similar, aunque el líder de los mercenarios no tiene un poso tan altruista y hace lo que hace porque tiene una deuda que saldar.

Esta modernización del mítico wéstern, cuya popularidad fue más allá del contexto cinematográfico y la cinefilia de la época (su música, compuesta por Elmer Bernstein, daría la vuelta al mundo ilustrando la publicidad de Marlboro), ha tenido poco en cuenta el filme del que parten todos, 'Los siete samuráis' de Akira Kurosawa.

En el fondo no deja de ser otra historia de venganza, con escaso idealismo, épica o redención. Un buen wéstern en un contexto favorable a la reivindicación: aunque existen títulos previos ('El sargento negro', 'Pose', 'Tiempo de gloria'), es 'Django desencadenado' de Tarantino el filme que ha normalizado la figura del pistolero negro en un género que siempre fue de y para los blancos.