Aunque parte de un hecho real, la entrevista que Richard Nixon y Elvis Presley mantuvieron en el despacho oval de la Casa Blanca poco antes de la Navidad de 1970, esta película parece una ficción dislocada y con aires de vodevil protagonizada por dos excéntricos. Nixon fue lo que fue, pero en comparación con Elvis hasta resulta entrañable: el rey del rock’n’roll pretendía que le dieran el cargo de agente federal autónomo y encubierto para luchar contra el azote comunista y los hippies. El filme no va más allá de esta idea: simple diversión, en formato de telefilme, con dos buenos actores superados por la caricatura de sus personajes.