"Si necesitas parpadear, hazlo ahora", se nos dice al principio de 'Kubo y las dos cuerdas mágicas', y es un buen consejo: es una película tan visualmente cautivadora, tan llena de texturas emocionales, y tan dotada de poder alucinatorio que apartar la mirada de ella resulta casi imposible. Ambientada en el Japón feudal, se sirve de la odisea vivida por el chaval del título para meditar sobre el dolor y la pérdida y la importancia de contar historias, y para combinar esos temas con deslumbrantes secuencias de acción. En el proceso, confirma a los estudios Laika como punta de lanza de la animación actual.
CRÍTICA DE CINE
'Kubo y la dos cuerdas mágicas': La gozosa aventura de narrar
Tráiler de ’Kubo y las dos cuerdas mágicas’. (2016) /
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