Pese a que baraja elementos interesantes, el filme se resuelve como un 'thriller' estrictamente funcional sin ningún tipo de clima ni tensión. Leonardo Sbaraglia encarna a un hombre paralítico y solitario. En vez de observar el vecindario con una cámara fotográfica, como el James Stewart escayolado de 'La ventana indiscreta', escucha lo que ocurre en el piso contiguo. Y de este modo descubre un asunto turbio. Eso no esta mal. Pero la presencia de una bailarina y su hija autista aportan bien poco al previsible conjunto.