La primera escena de la película, un largo plano secuencia que sigue a un adolescente a una tienda de armas, recuerda inevitablemente al Gus Van Sant de 'Elephant'. Pero el discurso de Gabriel Ripstein (hijo del gran Arturo Ripstein) en '600 millas' es otro diferente e ideológicamente más escurridizo. La película se encuentra inscrita a medio camino entre la tradición del indie americano y las atmósferas más turbias y descarnadas del mexicano, pero se sustenta alrededor de un guion un tanto moroso e indefinido que en última instancia pretende mostrar la deshumanización del individuo inserto en un clima de violencia.