FESTIVAL DE MÚSICAS AVANZADAS

El 'big bang' del Sónar

El festival abre sus puertas este jueves convertido en fenómeno que va más allá de la música avanzada

Los conciertos, un total de 130, convivirán la tecnología, la creatividad y el negocio

Últimos preparativos para el arranque del Festival Sonar en la plaza del Univers, el miércoles por la tarde. / FERRAN SENDRA

Aquel Festival de Música Avanzada y Arte Multimedia que en 1994 plantó su bandera en el CCCB ante miradas de asombro y escepticismo se ha convertido en una historia de éxito que, lejos que quedarse paralizada ante el mágico reflejo de su imagen en el espejo, sigue creciendo, transformándose y asociando ahora la innovación musical a la tecnología, la industria y el mundo académico. Es el Sónar de 360º, que bajo la marca ‘Music, creativity & technology’, abre su 23ª edición este jueves, hasta el sábado, combinando las figuras musicales con el laboratorio de ideas.

En las letras de neónletras de neón, nombres como el pionero de la electrónica popular Jean-Michel Jarre, el icónico superviviente de los 80 New Order, el minimalista neo-soul James Blake, el dinamitero de la ‘rave’ Fatboy Slim y la poética reconversión de Antony en ANOHNI. Identidades carismáticas bajo las cuales corre una programación de amplio perfil alrededor de una idea de música asociada a la exploración y a la expansión de los cánones tradicionales, ya sea pop, ‘dance’, hip-hop o vanguardia histórica, con la electrónica como lenguaje no obligado pero sí recurrido. Aunque, a estas alturas, hablar de música electrónica sea cada vez más discutible: el ingrediente digital, o no orgánico, en las propuestas actuales resulta casi invisible porque está en todas partes.

OCHO ESCENARIOS

En las letras  de neón, y entre las 130 actuaciones, nombres como Jean-Michel Jarre, ANOHNI, James Blake o Fatboy Slim

Lo cual refuerza el carácter precursor de este festival creado en un momento en que la música alternativa giraba esencialmente en torno a las guitarras, cuando apenas comenzaba a hablarse en este país de conceptos como EDM o techno inteligente. Con su parrilla de 130 actuaciones, el Sónar cubre desde el ‘ambient’ y el pop sintetizado hasta el hip-hop y el electro-soul pasando por modernas y estridentes tendencias urbanas como el ‘grime’ y el ‘trap’, combinando los nuevos hallazgos con el reconocimiento a los vanguardistas de ayer. Este año, como el anterior, a través de ocho escenarios: cuatro en el recinto de Fira Montjuïc, estrenado en la edición del 2013 en sustitución del ya desbordado CCCB, llamado a ejercer un rol cada vez más destacado (el año pasado congregó al 42% de los asistentes), y otros cuatro en el espacio nocturno y multitudinario de la Fira Gran Via L’Hospitalet.

Pero, como apunta a este diario uno de los directores del festival, Ricard Robles, el Sónar nunca ha deseado ser “un evento ferial, en el que se exhiben unos productos”, sino un lugar en el que “las ideas se trabajan a través de todas las fases, con la participación del público, los tecnólogos, la parte científica y la de formación”. El propósito del festival es que “puedas ir al Sónar a buscar un socio, o financiación, o un canal de distribución, y probar tu proyecto con el usuario final, en uno de los escenarios del festival, cerrando el ciclo de 360º”. 

MERCADO EN MONTJUÏC

Crece ahí la importancia del Sónar +D, heredero ampliado del SónarPro, ahora erigido en congreso internacional sobre la transformación digital de las industrias creativas. Asentado, como el año pasado, en el pabellón 4 de Montjuïc, promueve colaboraciones con el sector educativo y científico, e integra el MarketLab, un “espacio tipo mercado o zoco”, señala Robles, donde las nuevas empresas, las ‘start-ups’, pueden tener ahora acceso a un estand propio. El Sónar+D, que abrirá este jueves con una  conferencia de Brian Eno, acogió el año pasado a 3.225 profesionales de 1.900 empresas.

El Sónar se afirma así como enlace entre la creatividad y la tecnología sin dejar de ser un espectáculo en sí mismo, la quintaesencia posmoderna en su cruce de disciplinas, de rigor y frivolidad, ágora ‘cool’ y centro de negocios. Un evento exportable que dispone de subsedes en tres ciudades nórdicas (Reykjavik, Estocolmo y Copenhague) y otras cuatro en Latinoamérica (Santiago de Chile, Bogotá, Buenos Aires y Sao Paulo), a las que se sumarán dos más en el 2017 que se desvelarán este sábado. Y que integra su marca, en fin, en la lista de ganchos turísticos más genuinos de la ciudad de Barcelona.

La contribución del festival al PIB es de 124,8 millones de euros, de los que 75 millones son atribuibles a la propia muestra y el resto a la actividad paralela generada alrededor del Sónar. Un 266% más que en la edición del 2004, la primera que contó con un estudio de impacto económico que fue pionero en el sector. El festival generó el año pasado 1.279 puestos de trabajo, con un retorno fiscal de 12,8 millones.

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