Decía Wyoming en 'El intermedio' (La Sexta) que cuando se acercan elecciones ocurren impepinablemente dos cosas. Una: «Que ponen a descongelar a Manuel Campo Vidal a temperatura ambiente para que pueda moderar el debate». Y dos: «Que Aznar siempre reaparece para criticar a su partido y a Mariano Rajoy». Tiene razón. Al margen de la descongelación de nuestro querido Manuel Campo, cuando se acercan elecciones hay jarrones chinos -o sea, expresidentes- que aprovechan para ponerse en movimiento. ¡Ah! La tele es muy sensible a este ajetreo de jarrones. Cuando Aznar se pone a hacer posturas y critica a su propio PP, los informativos lo recogen con fruición. Y los programas socarrones se excitan enormemente porque es un material impagable para que el sarcasmo aflore. Decía precisamente Wyoming, repasando los últimos encuentros públicos entre Aznar y Rajoy: «Aznar ya ni siquiera le saluda. Ha pasado de elegirle a dedo para sucederle, a meterle el dedo directamente en el ojo». ¡Ah! Cuentan los fontaneros de Downing Street que cuando Harold Wilson cedió el cargo a James Callaghan, le dejó una carta en clave irónica que decía: «En momentos de crisis, échale la culpa a tu antecesor». Parece que Aznar es buen conocedor de este consejo. Pero lo aplica al revés: «En momentos de crisis, le echo la culpa al sucesor».
ARTUR MAS .- También el expresident Artur Mas está apareciendo mucho en TV. En un intervalo de apenas 15 días, TV-3 le ha dedicado dos largas y cumplidas entrevistas: una en Els matins (5 de mayo) y otra en .CAT (19 de mayo). El caso de Mas es diferente. Desde que señaló con el dedo a Puigdemont para sucederle, ha sido un jarrón chino muy dinámico y activo. Siempre ha estado presente. En esta apasionante refundación de Convergència, por ejemplo, su papel ha sido determinante y excelso. En el .CAT le preguntaron si aspiraba a volver a ser president. Contestó que no. Pero hizo una pausa, breve, y añadió: «Bueno, si yo volviera a la presidencia solo tendría un sentido: sería señal de que todo estuviese yendo muy mal». Y volvió entonces a hacer otra pausa, breve, y agregó: «Bueno, también volvería con otro escenario: que todo hubiese ido muy bien y que alguien se acordase de Mas para la presidencia de la República, una presidencia representativa, no ejecutiva». ¡Ah! Reconfortante planteamiento: si todo va mal, vuelve; y si todo va bien, también. Glorioso.