Verhoeven resucita en Cannes

El director holandés vuelve a lo grande con 'Elle', un 'thriller' morboso y lleno de humor negro que protagoniza Isabelle Huppert

Isabelle Huppert y Paul Verhoeven, en la presentación de ’Elle’ en Cannes. / EFE / EPA / JULIEN WARNAND

Quien diga lo contrario se equivoca: Paul Verhoeven es un director esencial, que fue capaz de tomar los géneros de más dudosa reputación para fabricar con ellos locuras perversas y del todo subversivas. Por eso, que hace semanas se anunciara su presencia en la competición de Cannes fue motivo de una intensa ilusión; y, por eso, que su primera película en 10 años haya resultado ser una genialidad lo es de una inmensa alegría.

Rodada en francés -una novedad para el holandés-, 'Elle' empieza mostrándonos a una mujer violada en su casa parisina por un enmascarado, y a partir de entonces nos describe la compleja reacción que el ataque causa en ella, hecha de miedo, rabia y libido a partes iguales; no solo se niega a ejercer de víctima sino que va convirtiendo a todos los hombres que la rodean -y que son sospechosos- en su presa. Mientras retrata el proceso, Verhoeven nos pasea constantemente entre la intriga morbosa y el humor negrísimo, y hace que nos partamos la caja a costa de situaciones como un infarto en medio de una cena navideña, un bebé que nace con un color de piel imprevisto o el asesinato de 27 personas. Lo que haría Haneke si tuviera vis cómica.

En otras palabras: 'Elle', al igual que obras de Verhoeven previas como 'Instinto básico' y 'Showgirls', es una película magnífica -sí, 'Showgirls' es magnífica- sobre una mujer (soberbia Isabelle Huppert) que agarra la vida por la entrepierna. Y es también la película que devolverá al holandés a la vida cinematográfica activa después de que Hollywood lo condenara al ostracismo y tratara de borrarlo de la memoria colectiva a base de 'remakes' insulsos de 'RoboCop' y 'Desafío total'. Actualmente tiene tres proyectos entre manos, uno de ellos sobre la historia de Cristo. Demos gracias.

FARHADI, RECIBIDO CON CIERTA FRIALDAD

Que, en cambio, lo nuevo de Asghar Farhadi fuera recibido con cierta frialdad puede deberse a un problema de expectativas. 'The salesman', también candidata a la Palma de Oro, ofrece justo lo que se esperaba de ella: como ya hizo en obras previas como 'Nader y Simin: una separación' y 'El pasado', en ella Farhadi explora con habilidad maestra asuntos como códigos de honor, tensiones familiares y conceptos como la justicia. Para ello plantea el siguiente dilema: una mujer, Rana, deja la puerta de su casa entreabierta pensando que es su marido, Emad, quien sube por las escaleras del edificio, pero no lo es. Rana es atacada por un extraño, y queda traumatizada. Pero en todo caso es él quien tendrá más dificultades para lidiar con de episodio. Que marido y mujer participen en un montaje teatral de 'Muerte de un viajante' no es casual: como Willy Loman en la obra de Arthur Miller, Emad es un hombre de orgullo herido, un tipo humillado.  

'The salesman' no está a la altura de 'Nader y Simin'. Carece de su complejidad social y de su sutileza, y por momentos a Farhadi se le nota esforzarse demasiado en construir un clímax. Pero el caso es que, cuando el perpetrador entra en escena y ese clímax llega, vuelve a revelarse como un orquestador único de situaciones que solo requieren de tres personajes en un apartamento vacío para, usando simples diálogos y sutiles gestos llenos de significado, hacer que el corazón se nos salga del pecho.

Un concurso reñido

Aunque las cosas parecieron empezar a torcerse hace un par de días -como este sábado han demostrado Verhoeven y Farhadi, fue una falsa alarma-, la selección de películas a competición ha sido una de las de más calidad que Cannes ha ofrecido en los últimos años. Por eso, las quinielas no se ponen de acuerdo. ¿Ganará Cristian Mungiu su segunda Palma de Oro con 'Graduación'? ¿Proporcionará 'Paterson' finalmente el premio gordo a Jim Jarmusch? ¿O será la ganadora 'Toni Erdmann', de Maren Ade? Cualquier opción sería satisfactoria.