Jim Jarmusch hechiza Cannes

El director norteamericano presenta a concurso la magnífica 'Paterson', protagonizada por Adam Driver

Jim Jarmush,  Golshifteh Farahani y Adam Driver. / REGIS DUVIGNAU

Puede que 'Paterson' no sea la mejor película de Jim Jarmusch pero, de ser realmente cierto, eso solo se debe a que a lo largo de su carrera el de Ohio se ha hartado a hacer grandes películas. Y el Festival de Cannes se ha hartado a proyectarlas: la de este año es su octava presencia en la competición oficial del certamen y, visto lo visto, también la ocasión perfecta para darle finalmente un premio, la Palma de Oro, que lleva tiempo mereciendo. El gran obstáculo en ese sentido es que 'Paterson' es una obra de apariencia tan modesta que su grandeza corre el riesgo de ser pasada por alto.

En efecto, la película vehicula sus numerosas reflexiones de alcance -sobre el matrimonio, sobre el amor, sobre el compromiso y en general sobre estar vivo y lo que eso conlleva- a través de una narración anclada con plácida rotundidad en lo cotidiano: es, ni más ni menos, una semana en la vida de un conductor de autobús y poeta aficionado llamado Paterson (Adam Driver).

LA REPETICIÓN Y LA VARIACIÓN

La existencia de Paterson es sencilla. Vive con su esposa Laura (Golshifteh Farahani), que derrocha alegría de vivir y ansía con abrir una pastelería o con ser cantante de country o ser una estrella del wéstern. La quiere y la entiende, y ella a él. Son felices. Paterson escribe sus versos antes de empezar su ruta, o durante la pausa para el almuerzo. Su rutina diaria también incluye sacar a pasear a su bulldog, Marvin, práctica durante la que invariablemente visita el bar del barrio para tomar una cerveza y observar a algunos de sus vecinos. Y ya.

Es decir, más que una historia 'Paterson' es una sucesión de incidentes, algunos agradables y otros no tanto. Varios de ellos acarrean potencial dramático, pero en todo caso Jarmusch los integra de forma tan grácil en la cadencia calma del relato que en ningún momento elevan el volumen. Como de costumbre en su cine, prefiere comunicarse a través de la repetición y la variación: cada nuevo día es una repetición del anterior aunque, eso sí, incluye pequeñas diferencias, que en realidad no cambian nada pero en las que quizá, si observamos bien, encontraremos significados profundos.

POEMA DE RIMAS CONSONANTES

Cierto que la interpretación de Adam Driver -¿la mejor que ha ofrecido hasta la fecha?- sugiere una insondable melancolía, la existencia de corrientes emocionales profundas que circulan bajo la cándida expresión de su rostro mientras escribe sus poemas o captura al vuelo las conversaciones de sus pasajeros mientras conduce, pero a pesar de ello el tono permanece optimista en todo momento. Como ninguna otra de sus películas, 'Paterson' confirma a su director como un humanista, un tipo confiado en la bondad esencial de la gente y convencido de que hasta la vida más ordinaria puede resultar un placer. Es, pues, la historia más generosa y cálida de su carrera. También la más redonda: un poema de rimas consonantes y sin versos sueltos. De nuevo, ¿su mejor película? Mientras la ve, uno no quiere que acabe nunca. Quizá eso sirva de respuesta.

Jeff Nichols va a lo seguro con 'Loving'

Nichols evita expertamente los clichés propios de este tipo de historias: los diálogos no incluyen  sermones, los personajes no se dividen entre víctimas y villanos, las situaciones no están deformadas para lograr el máximo impacto emocional. Más que el énfasis dramático, busca la observación paciente y modesta de la intimidad familiar. 'Loving' es una obra hecha con cuidado y control inmensos y, aun así, hasta cierto punto frustrante, particularmente proyectada el mismo día que 'Paterson': a una edad en la que lo habitual es haber dejado atrás hace tiempo el momento de máximo esplendor creativo, Jarmusch ha presentado su obra más personal; en cambio, justo cuando Nichols precisamente se adentra en esa época dulce, nos ofrece la que hasta ahora es su película menos arriesgada. Impecable, pero convencional.