ADIÓS A UN ESTABLECIMIENTO EMBLEMÁTICO

Discos Castelló enmudece

La tienda de discos barcelonesa, con 88 años de historia, cierra al no poder afrontar el cambio de hábitos del consumo musical

La mítica Discos Castelló, en la calle de Tallers de Barcelona. / FERRAN_SENDRA

Primero fue la grabadora de compactos doméstica, luego el ‘top manta’, vinieron a continuación las descargas y, finalmente, una poderosa ola de fondo llamada nuevos hábitos de consumo, el cambio de mentalidad colectiva que se ha llevado por delante a una querida institución del comercio discográfico, Castelló, en activo desde 1928. El ‘streaming’ y la desmaterialización de la música han podido con tanta historia. “Llegó un momento en que ya no podíamos aguantar más”, confesaba este jueves Jordi Castelló, responsable de la tienda.

Discos Castelló baja la persiana tras constatar que la última campaña navideña, momento que había llegado a suponer el 30% de las ventas del año, no mantuvo el nivel esperado. Aquellas larguísimas colas de clientes pasando por caja, resolviendo regalos de última hora, ya eran historia aunque se repetirán estos días, hasta el cierre del local, el 31 de marzo, con un motivo un poco distinto: la liquidación de existencias, con descuentos que alcanzarán el 50%. “Hasta terminar con todos los ‘stocks’”, explicaba Castelló por teléfono desde su tienda, que este jueves se llenó de compradores respondiendo al anuncio del cierre.

"Ha llegado un momento  "Ha llegado un momento en que ya no podíamos aguantar más", confesaba Jordi Castelló, responsable de la tienda

Castelló no solo se convirtió en una marca ineludible al hablar de tiendas de discos en Barcelona, un  negocio familiar que fue capaz de tumbar a gigantes globales como el efímero Virgin Megastore de Gran Via-paseo de Gràcia (1992-98), sino que hizo de locomotora de la calle Tallers, convertida en un eje casi temático en el que aún resisten veteranos como Revólver, Impacto o Daily Records.

PEQUEÑAS Y ESPECIALIZADAS

El cierre llueve sobre mojado tras las desapariciones de tiendas como Gong, La Gramola o CD Drome, entre otras muchísimas, y observando cómo las grandes superficies dedican cada vez menos espacio a los discos moviéndose por sus estudios de rentabilidad del metro cuadrado. Pero hay que decir no todo son defunciones. En los últimos años han abierto tiendas de discos: pequeñas, pacientes y muy centradas en un estilo o escena. Lo razona Castelló cuando reconoce que “un comercio de discos puede aguantar si está muy especializado, con una clientela muy, muy, fiel y una estructura reducida”. No era el caso de Castelló, con sus ocho trabajadores veteranos, su gran local (de propiedad, eso sí) y su vocación generalista.

A esa idea se acogen tiendas jóvenes como Ultra-local Records, en Poble Nou, centrada en sellos ‘indie’ autóctonos. Son una pareja, Raúl Chamorro y Carme Baqués, ambos tienen otros trabajos y se lo pueden tomar con calma. Cuidan el vinilo, “que se ha convertido en objeto de regalo”, una parcela que ya supone el 70% de sus modestas ventas. Y como este, en los últimos años han florecido comercios como Death Moon Records, Discos Paradiso, Holy Mountain Records o las tiendas de Apolo y Primavera Sound.

No todo son defunciones.  En los últimos años han abierto tiendas de discos pequeñas y muy centradas en un estilo

Aquí cada cual trata de escribir su manual de supervivencia, como bien saben en Disco 100, la tienda de la calle Escorial, otra institución que sigue ahí desde 1978, plantando cara, “sin las alegrías de otros tiempos pero con estabilidad”, asegura su propietario Jesús Mayor. Se basan en un enorme fondo de catálogo (120.000 discos) y una web desde la que venden a todo el mundo. Mayor, a contracorriente, niega que el objeto físico se esté muriendo y apunta a intereses industriales. “Hay un deseo de que la gente se lance a comprar móviles, y un empeño en decir que aquí se va a hundir todo dios”, critica.

El tiempo dirá si el disco tiene un lugar en la era virtual, ya sea por funcionalidad, prestigio o romanticismo. Por ahora, hay que lamentar otra defunción, la de una tienda, Castelló, a la que el ayuntamiento concedió en el 2009 la Medalla d’Or de la ciudad.

Un puesto en el mercado de Sant Antoni

Bajo el paraguas de la familia Castelló funcionaron Overstocks (clausurada en el 2009) y la especializada en música clásica (2010), así como otras tiendas, también desaparecidas, en los centros comerciales de Gran Via 2, La Maquinista y Ànec Blau (Castelldefels). Actualmente, en el otro extremo de Tallers, a tocar de la plaza Universitat, en el número 79, está El Setanta-Nou, una de las antiguas tiendas de Castelló, regentada por otra rama de la familia. Fue esta la que, en el 2009, bajo su antigua marca, suspendió pagos, y no el local que anuncia ahora su cierre, el de Tallers, 7. 

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