Hay directores que parecen sentirse cómodo en perpetua búsqueda de un estilo, quizás a la espera de encontrar aquél que se amolde a sus necesidades. Bregado en las trincheras de las algunas de las series televisivas de más éxito de los últimos tiempos, Norberto López Amado había practicado el 'thriller' de terror en 'Nos miran' y el género documental en '¿Cuánto pesa su edificio, Sr. Foster?'. 'La decisión de Julia' quizás sea su película más personal hasta el momento. Al menos la más íntima. Con ella nos sumerge en un espacio nostálgico y confesional, el de una mujer que recuerda al hombre de su vida instantes antes de morir. Una película de puertas adentro, casi de carácter dramatúrgico en la que dos actores, Marta Belaustegui y Fernando Cayo, imaginan un último encuentro mientras repasan su breve historia de amor.

Filmada de manera elegante y sencilla, en blanco y negro, la película habla de la memoria más profunda, la que cada uno alberga en su interior, de los errores del pasado, de las pequeñas y las grandes decisiones que marcan para siempre, del dolor, la pena y la soledad. Quizás resulte demasiado forzada su retórica verbal, y falle a la hora de intentar construir un espacio poético a su alrededor. Pero es de esas mínimas películas que se pueden tocar y sentir.