NOVEDAD EN BCNEGRA

Andreu Martín: "Es muy difícil ser policía"

El escritor explora los límites y la complejidad del trabajo policial en su nueva novela, 'La violencia justa'

Andreu Martín. / VIOLETA PALAZÓN

Dice Andreu Martín que algo le ha sucedido desde su novela de ambientación histórica 'Cabaret Pompeia' (2011). Y los lectores de su último libro, 'La violencia justa' (RBA / La Magrana), la doble historia de un sargento de los Mossos apartado del cuerpo por torturas que se enfrenta a una red de explotación infantil de niños y la de una atolondrada cocinera que tiene una venganza pendiente, también lo notarán. "Para mí 'Cabaret Pompeia' fue una culminación, y eso hizo que me sintiera más realizado con los tres libros que he escrito después; hay libros que después de tantos años ya sabes escribir, pero los que tienen mérito son los que no sabes cómo te saldrán, como estos", explica Martín.

Aunque el protagonista, Alexis Rodón, perdió la placa por quemar cigarrillos y conectar cables eléctricos a los genitales de un delincuente que no quería revelar dónde estaba el zulo en el que había escondido a una niña y ahora dirige la seguridad de unos céntricos grandes almacenes, sigue siendo mentalmente policía. Y aunque hacer que los protagonistas estén fuera de la disciplina de un cuerpo policial facilita atribuirles según qué peripecias ("la policía no quema cadáveres"), esta es, advierte Martín, una novela "sobre qué es ser policía; porque es muy difícil ser policía".

DEFENSA DEL TRABAJO POLICIAL

El título juega con la ambigüedad. ¿Hasta qué punto la violencia puede ser justa? Andreu Martín, en este libro, sale en defensa del cuerpo de los Mossos ante las presiones mediáticas, políticas o de colectivos alternativos en las que se han visto inmersos (resuenan en la novela, por ejemplo, los ecos del fallecimiento de un hombre en el Raval mientras era reducido). "Se hace una simplifcación de su trabajo, nos quedemos con la vertiente represora y perdemos de vista que un 80% de las actividades policiales son de asistencia social. Salgo en defensa de la policía,sí, pero sin callarme nada, no digo que todo lo haga bien", sostiene.

Según Martín, hay policías "vagos, ineptos, malos y buenos". Y si vives en un lugar donde sales a la calle sin miedo, argumenta, quiere decir que la inmensa mayoría son estos últimos.

DOS NOVELAS TRENZADAS

En 'La violència justa' hay dos subnovelas, con capítulos alternados, que se acaban encontrando. Esto es así hasta el punto de que el autor escribió las dos subtramas y después las ensambló. "Conectar y desconectar continuamente del mundo y del tono de cada personaje hubiese sido difícil". 

En el libro hay una escena, con una niña prostituida como protagonista, que a Martín le ha costado "mucho" escribir. "Me había prometido a mí mismo que nunca escribiría sobre este tema. Pero la historia necesitaba unos malos inequívocos, con un nivel de perversión y enfermedad mental que despertase una animadversión unánime", razona. Puestos a decidir si la violencia se puede ejercer en situaciones extremas, que lo sean de verdad. "Quería plantear cómo incluso ante un caso tan extremo como este el uso de la violencia y la administración de justicia es algo muy complicado. Mi planteamiento es que no hay respuestas fáciles ni sencillas ante situaciones complicadas", añade.

En 'La violència justa' aparece también la violencia contra las mujeres, justo cuando los festivales de novela negra han lanzado un comunicado conjunto y se han comprometido a dedicar una actividad al menos al tema en todas sus ediciones. "Es una de nuestras grandes lacras, y cuanto más escribamos de ella, mejor. Ha quedado atrás hace mucho tiempo aquel tiempo en que este fenomeno se frivolizaba en la novela negra", opina. 

Póker de novedades locales

BCNegra es un escaparate por el que las editoriales hacen desfilar a los autores internacionales con novedad fresca en las librerías, ya sean escritores con un público fiel ya formado o nuevos nombres a los que desean lanzar. Pero además de ser una pasarela internacional, siempre tiene cuidado en reservar un espacio destacado a la producción local, ya sea contrastada o la más bien voluntarista. Entre las novedades destacan Andreu Martin y dos títulos a recordar publicados a finales del año pasado: ‘Marley estaba muerto’ de Carlos Zanón y ‘Sota l’asfalt’ de Lluís Llort. En los tres casos, libros con voluntad literaria y no únicamente de evasión. A esta oferta se suma estos días, desde una faceta mucho más blanca y ligera, ‘Campanades de boda’, de Teresa Solana, la cuarta entrega de las aventuras de dos hermanos gemelos, Borja y Eduard -"un buscavidas y un exbancario que quiere poner algo de aventura en su vida"- que ejercen de detectives privados informales y que en esta ocasión se ven envueltos en un envenenamiento por polonio en la boda de la hija de un magnate estadounidense en Barcelona. Como el habitual en las obras de la escritora, hay sentido del humor, escenas en las que sus torpes detectives hacen el ridículo y grandes chapuzas. "Sin embargo, quiero que mis libros aporten algo más: en este caso, mostrar qué sucede cuando los criterios empresariales, la reducción de costes y la externalizacion, impregnan  hasta las actividades de la criminalidad de baja estofa", explica Solana. Lo que pasa no es muy distinto de lo que sucede en las empresas cuando los aplican con la misma eficacia que el clan de camellos de La Mina de su novela: una chapuza tras otra.