CONCIERTO

The Rubinoos, golosinas en Apolo

El grupo californiano recreó su pop eternamente juvenil en La 2

The Rubinoos, en La 2 de Apolo. / FERRAN SENDRA

The Rubinoos tienen canciones tan buenas como algunos hitos de los Beach Boys o del primer Elvis Costello, pero, como decía alguien la otra noche a la salida de Apolo, no todo el mundo puede ganar. Aunque estos californianos nunca alcanzaron la primera división, no parece que eso les haya agriado el carácter o los haya convertido en quejicas, y el miércoles, en La 2, lucieron su repertorio con la espléndida, juvenil, actitud que siempre les ha caracterizado.

Quizá sea la única que permiten esas canciones de luminosas armonías y culto a la melodía, con raíces en el rock’n’roll primigenio y el doo-wop. En The Rubinoos hay algo de homenaje a las fuentes inspiradoras: comenzaron con 'Mr. Sandman', éxito en 1954 en las voces de The Chordettes (que presentaron irónicamente como "un himno de heavy metal", en un guiño al 'Enter sandman', de Metallica), y concluyó con sus versiones de Utopia y The Raspberries, a las que sumaron 'Sheena is a punk rocker' (Ramones).

NERVIO POP

La confluencia de nervio pop y sensibilidad en los estribillos estalló en 'Hit the nerve' y se mantuvo en alto en canciones diáfanas pero ejecutadas con detallismo, de 'Fallin’ in love', con sus réplicas corales, a las cenefas de guitarras de 'Shake some action', a través de la rockera, con toques de parodia hard, 'Fireball' (que no cantó Jon Rubin sino el guitarrista, de voz más grave, Tommy Dunbar). Y en un rock’n’roll instrumental, alimentado de surf y "'spaghetti western made in Spain'", bromearon.

Su último disco, '45', les permitió presumir de otras piezas tersas, si bien el repertorio se basó en los clásicos: 'I wanna be your boyfriend' (cercana a 'Get off of my cloud', de los Stones, y que, a su vez, inspiró a Avril Lavigne en 'Girlfriend', lo cual la llevó a los tribunales), 'I think we’re alone now' (de Tommy James) y hallazgos como 'Hold me' (por petición popular: efectivamente, no estaba en el repertorio) y 'Nothing a little love won’t cure'. Ambiente de complicidad y de secreto bien guardado, para bien o para mal. 

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