NUEVA VISITA DE LA MULTINACIONAL DEL CIRCO A BARCELONA

Ícaro vuela en el Cirque du Soleil

La compañía canadiense regresa al Palau Sant Jordi con el espectáculo 'Varekai', inspirado en el mito griego y con un mensaje de superación

Cirque du Soleil presenta su espectáculo ’Varekai’ en La Pedrera de Barcelona. / FERRAN NADEU

Le llaman El vigía. Es un científico loco e ingenioso que colecciona los recuerdos del mundo. Con su insólito aspecto –torso desnudo que parece surgir cual briznas de hierba de la tierra- aparece entre las rejas y las columnas arbóreas del vestíbulo de la Pedrera entre cantos de pájaros y transformando los sonidos del bosque con dos grandes altavoces por orejas y una inquietante risa. El ‘improvisado’ escenario, habitado eternamente por la magia de Gaudí, se inundaba minutos después, cayendo la tarde, con otra magia, las de las frenéticas acrobacias, bailes y música de otros 13 vistosos artistas del Cirque du Soleil, en un entremés para la prensa de ‘Varekai’, el nuevo espectáculo de la compañía canadiense, que este viernes, y hasta el 10 de enero, desplegarán en el Palau Sant Jordi de Barcelona, donde hace dos años presentaron 'Dralion'.

UNA CATALANA ENTRE LOS 50 ARTISTAS 

Con una estrecha vinculación con la naturaleza del bosque, el espectáculo cuenta con un centenar de profesionales de 19 países, la mitad artistas, y entre ellos la catalana de Granollers Jessica Heredia. “‘Varekai’ remite al mito griego de Ícaro, a quien se le derriten las alas tras volar demasiado cerca del sol y surge de la inspiración de su creador, Dominic Champagne, que tuvo un accidente en Montreal y se rompió las dos piernas -revela el director artístico, Michael Smith-. Aquello le cambió la vida de golpe y pensó en cómo reaccionaría si no podía volver a caminar. Y quiso mostrar cómo en el momento más frágil de la vida puedes encontrar amor, valentía y el apoyo especial de la gente que tienes alrededor. Ese es el mensaje humano del espectáculo, un mensaje de superación”.

600 TRAJES, ZAPATOS Y SOMBREROS

Más de 600 trajes, zapatos, pelucas y sombreros se utilizan en ‘Varekai’. Del diseño del vestuario se encarga Eiko Ishioka, que ha creado un universo de llamativos y exuberantes trajes y bodys de lycra de brillantes colores y atrevidas formas qeu combinan con varillas flexibles de titanio, nylon de esponja y tejidos ignífugos. Son los propios artistas los que se maquillan, empleando en ello entre 45 minutos y hora y media. Como en todos los espectáculos de Cirque du Soleil, los trajes se confeccionan a mano, la mayoría en el taller de la sede del grupo, en Montreal (Canadá). Cada año, sus artesanos utilizan cerca de 150 kilómetros de telas (el 80% de las cuales son tratadas y teñidas por ellos mismos). Los zapatos también se hacen a mano y a medida en el taller, con un promedio de 3.000 pares anuales. Mención aparte merecen los sombreros, para los que se usan moldes de yeso de las cabezas de los artistas.    

El protagonista, Ícaro, interpretado por el puertorriqueño de 28 años Fernando Miró, de impoluto blanco, es un joven que queda inválido tras un accidente. Serán las criaturas del mundo fantástico de Varekai, oculto en un frondoso bosque y en la cima de un volcán, las que le ayudarán a superarlo y a volar de nuevo. “Mi personaje empieza con tristeza, es tan engreído como Ícaro y se quema las alas. Es como un ángel caído y cada criatura del bosque le enseña algo. Y se enamora de una de ellas, que se transforma de oruga a mariposa”, cuenta Miró, que ha asumido el reto de una complicada contorsión aérea a 30 metros del suelo. “Lo difícil es lograr eso y a la vez transmitir con la cara y los gestos cómo sufre el personaje, que lo ha perdido todo”.       

TRANSMITIR EMOCIONES

Insiste Smith en que lo que diferencia a los artistas del Cirque du Soleil es que son capaces de “transmitir las emociones que ellos mismos sienten al público”. Tras el breve número en la Pedrera, tres de los acróbatas lo ratifican, casi como un mantra y con una perenne sonrisa que asoma bajo el elaborado maquillaje. “Te lo pasas muy bien actuando y lo transmitimos tal como lo sentimos”, señala Jessica Heredia, de 33 años y que lleva dos en la compañía tras un bagaje como gimnasta y 13 practicando ‘break dance’, baile con el que se contorsiona vestida como Spider, una menuda y atractiva araña que repta por el suelo, y mutada también en unas deslizantes algas marinas.

Su historia también tiene que ver con el de Ícaro. “Me rompí el tendón de Aquiles y antes de operarme en Las Vegas el cirujano me dijo ‘tómatelo con calma, tienes un año de recuperación y veremos cómo quedas’. Pero lo conseguí en siete meses deseando volver al circo a Montreal. Hay que intentar superar los obstáculos”, explica la bailarina. Ese mismo mensaje repite el brasileño Rafael Botelho, de 33 años, una criatura de azul que bailando sobre dos muletas “motiva a Ícaro y le anima a ser fuerte en la vida y no desistir”.   

NÚMEROS Y  MÚSICA DEL MUNDO

Estrenado en el 2002 en Canadá, donde Guy Laliberté fundó en 1984 el Cirque du Soleil, ‘Varekai’, que en lengua romaní significa 'en cualquier lugar', ha visitado más de 130 ciudades en 23 países y lo han visto 10 millones de personas. Desde entonces ha ido cambiando, confirma Smith, quien entre los variados números de acrobacias, payasos, danza georgiana, equilibrios sobre bastones, trapecios, volteretas sincronizadas, malabares…, destaca la espectacularidad y singularidad del de los columpios rusos. Sonidos de rituales hawaianos, canciones de trovadores de la Francia medieval, melodías armenias y gospel, en una partitura musical obra de Violaine Corradi, arropan la arrolladora magia del circo.