NUEVA NOVELA GRÁFICA DEL PREMIO NACIONAL DE CÓMIC

Paco Roca, la muerte y ausencia del padre

El autor de 'Los surcos del azar' regresa con 'La casa', su cómic más personal y autobiográfico desde 'Arrugas'

Página de ’La casa’, nuevo cómic de Paco Roca. / PACO ROCA

Un anciano se pone la chaqueta, abre la puerta, sale y cierra con llave. Nunca volverá a su hogar. Son 12 viñetas, la primera página del nuevo trabajo de Paco Roca'La casa' (Astiberri), el más personal y autobiográfico, e “íntimo”, que ha dibujado desde ‘Arrugas’, la historia sobre el alzhéimer que le valió el Premio Nacional de Cómic 2008. “Ambos surgen de la relación con mi padre. ‘Arrugas’ era la vejez. ‘La casa’ es la muerte. No habría podido hacerla si no hubiese coincidido la muerte de mi padre con el nacimiento de mi hija. Significaba el ciclo de la vida. Ser padre a la vez que pierdes al tuyo te hace pensar en cosas como que el tiempo pasa, que te haces mayor, que ahora quedas tú y ya sabes cuál será el final, y de que llegará la ruptura del vínculo del hijo con el padre, igual que hiciste tú en su día”.    

"Quise homenajear a la generación  "Quise homenajear a la generación de la austeridad. Mi padre no tuvo traumas posbélicos ni hizo nada más heroico que crear una familia", señala el autor de 'El invierno del dibujante'

Desde la madurez que le proporciona ser uno de los dibujantes de cómic más reconocidos del panorama nacional, con obras tan sólidas como las premiadas El invierno del dibujante' y 'Los surcos del azar', Paco Roca (Valencia, 1969) ha sentido la necesidad de rendir tributo no solo a su padre, sino “al 99% de la población que jamás sería protagonista de una historia, que como él no tuvo traumas posbélicos de la guerra civil, ni una infancia distinta de la del resto, ni hizo nada más heroico que tener una familia. Es un homenaje a la generación de la austeridad, de la creación de la modesta clase media”. 

CONSTRUIDA CON SUS PROPIAS MANOS

El escenario de ‘La casa’ es la segunda residencia que, con mucho esfuerzo y todos los ahorros, como tantas otras familias de la época, construyó su padre con sus propias manos, cada fin de semana, con ayuda de mujer e hijos. Tras su muerte, estos últimos se reúnen en ella para arreglarla y venderla. Hoy la casa aún existe, y no se vende: Roca convenció a sus hermanos para restaurarla y en ella ha pasado el autor los dos últimos veranos dibujando esta historia y reconciliándose con sus recuerdos y su pasado, confiesa desde Valencia, a punto de viajar a París para recibir un premio por ‘Los surcos del azar’, del que ha vendido los derechos para una película. 

Tres títulos imprescindibles

'Arrugas' fue la consagración de Paco Roca. Con esta historia sobre la vejez y el alzhéimer ganó el Nacional de Cómic 2008 y abrió una nueva era para la novela gráfica española (junto a ‘María y yo’, de Miguel Gallardo) con obras de temática adulta y social. Aquel éxito, cuya versión en cine logró dos premios Goya, se llevaría también el premio del Salón del Cómic de Barcelona, que reconocería también sus dos imprescindibles títulos posteriores: ‘El invierno del dibujante’ (un homenaje a los autores de los tebeos de la mítica editorial Bruguera) y ‘Los surcos del azar’ (sobre los exiliados republicanos que liberaron París en la segunda guerra mundial).       

“Que la clase media-baja tuviera una segunda residencia es algo muy español y mediterráneo. En otros países se asocia a un nivel de vida alto y les sorprende. Fue una moda de los 70 y 80 que se hizo a costa de horas extras. La nuestra está en una zona en que estaba prohibido edificar, no había agua ni luz, pero se pagaba una multa, todos lo hacían, y hoy es una urbanización”, señala.      

LAS PREGUNTAS QUE NO PUDO HACER

“Al quedarse viudo, aquella casa se convirtió en el refugio de mi padre, allí se sentía útil, siempre tenía algo que hacer, que arreglar, que plantar en el huerto... Tras la emancipación de los hijos allí se sentía menos solo, pero no puedes evitar en pensar en la soledad del final de la vida. Y ahora que no está te surgen todas las preguntas que ya no podrás hacerle, como si fue feliz –se sincera Roca-. Jugué con la ficción porque me ayudaba a distanciarme de la historia y evitar el riesgo de caer en la sensiblería y me permitía tener con él el diálogo que nunca tuve”.

EL DRAMA DE TIRAR LOS OBJETOS PERSONALES

Con la idea de vender la casita, los hermanos afrontan el ”drama” de vaciarla de los objetos personales. “Es un problema gestionar el recuerdo espiritual y material de todo lo que era para tu padre, de todo lo que nunca se tiraba. Era como un síndrome de Diógenes de aquella generación. Es un viaje en el tiempo: manualidades del cole, la tele antigua, tus juguetes… Deshacerse de ello es duro porque cada objeto es parte de la historia familiar, y el contenedor de basura donde puede acabar todo, un gran museo de recuerdos”.  

De entre ellos, Roca se queda con los ratos de niño con su padre en el huerto. “Le ayudaba a poner cañas, recoger fruta... Es curioso que aquel lugar, que aborrecí en la infancia y la juventud porque no era lugar de disfrute sino de trabajo y al que he vuelto muy poco en los últimos 10 años, ahora lo asocio con momentos que con el tiempo idealizas y con los que te reconcilias”.   

PROYECTOS EN MARCHA

Durante estos dos años, y tras el éxito de la adaptación al cine de ‘Arrugas’ (dos premios Goya), Roca se ha volcado en dirigir la versión animada de ‘Memorias de un hombre en pijama’. Pero no olvida la viñeta: ultima un discolibro con José Manuel Casañ (líder de Seguridad Social) y una historia con el guionista Guillermo del Corral, diplomático y escritor, basada en un suceso real en el que estuvo presente, ambientada a inicios de los 90 y que “lo tiene todo: aventura, intriga política e historia”. Y sentencia: “El cómic es lo que me llena más. Necesito seguir haciendo cómic”.