París y Barcelona, una relación de museo

Un coloquio analiza la relación literaria entre las ciudades

La estación de França, en una imagen del 2004. / BERNAT ARMANGUÉ

El TGV de dos pisos sale de la estación de Sants con un grupo de ponentes de la segunda ronda del Coloquio Internacional Barcelona-París, dedicado a las trasferencias intelectuales y las relaciones literarias entre esas dos capitales culturales, de 1875 a 1975. El encuentro, organizado por la UB, la Sorbona y el Muhba, tuvo una primera parte en Barcelona en mayo, ha concluido con tres días de conferencias en París esta semana y se espera que se plasme en un libro monumental y de referencia con las 50 ponencias sobre la relación cultural entre Barcelona y París (bien, especialmente sobre cómo París fue el faro intelectual de Barcelona).

Cortesía de Renfe y la SNCF al margen, que el congreso empiece en el tren no es casualidad, explica su coordinador, y loco de los trenes, Antoni Martí Monterde. El viaje se abre con un cuardernillo con el primer capítulo de Sobre París i França  en el que narra su viaje en 1920. Un viaje cargado de sentido. No solo para Pla. Eugeni Xammar también escribió: «De la Barcelona moderna (...) lo que más me gusta es la Estació de França, gracias a la cual, después de un baño de barcelonismo, uno podía presentarse cualquier día a las tres de la tarde y coger un tren que en 18 horas os llevará a París».

La estación de França, con la posibilidad de dar un paso, subir a un tren y, una vez atravesado el portal ferroviario, apearse en la estación de Orsay, era para aquellos barceloneses que leían libros y prensa francesa y para quienes la estancia en París era un paso obligado en su formación, el cordón umbilical que les unía a «Francia y a su idea de civilización», «una conexión palpable, una sensación de conexión europea», explica Martí Monterde. Una experiencia de viaje importante que nada tenía que ver con el que llevaba a Madrid y empezaba en el humilde apeadero del paseo de Gràcia.

Hoy en día, la estación de França languidece y no lleva a Francia. Y fue un museo el que alojó en Barcelona el coloquio para recordar esa relación.

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