Camille Delamarre
Con su cuarta entrega, Transporter demuestra seguir siendo el mismo producto esencialmente ridículo: un inglés más duro que las pesetas sigue conduciendo un Audi y repartiendo leña a gánsteres centroeuropeos sin arrugarse el traje. Esta saga nunca ha sido cine a tomar en serio, pero la diferencia es que, en parte gracias al trabajo de Jason Statham, las tres primeras películas eran plenamente conscientes del chiste, y en esta el nuevo chófer pasa la película citando a Alejandro Dumas y haciendo alusiones atormentadas a Darfur. Eso no elimina el chiste, solo hace que sea
peor. NANDO SALVÀ.